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Superamos la pobreza en ingresos

Por Héctor Lovaiza, Lic. en Relaciones Internacionales.

El día martes 12, el presidente Milei recibió a la cúpula de la Iglesia en Casa Rosada donde los obispos le expresaron “preocupación por la situación económica” especialmente en aquello que tiene que ver con la contención de esos sectores vulnerables que sufren, principalmente la falta de alimento y medicamentos. Este encuentro debe de ser interpretado en la vacilante relación entre el gobierno nacional y la iglesia católica, especialmente con la Santa Sede, lo cual modero, e inclusive rencauso de manera precaria la relación, el encuentro entre el mandatario argentino y el Sumo Pontífice en El Vaticano. Este efímero restablecimiento se vio ratificado con las últimas declaraciones del Papa Francisco durante un encuentro de jueces, fiscales y políticos donde manifestó que, “No alcanza con la legitimidad de origen, el ejercicio también tiene que ser legítimo. De qué sirve tener el poder si se aleja de la construcción de sociedades justas”, tomando distancia nuevamente con el presidente.

La preocupación de los obispos se acopla, y lidera dada su importancia institucional y moral, a la totalidad de los sectores medios y populares perjudicados de manera abrumadora e inhumana por las políticas del presidente Javier Milei. Esta realidad nacional nos lleva a elevar las mirada analítica superando, pero no descartando, las metodologías e interpretaciones utilizadas para medir la pobreza bajo una fuerte impronta monetarista/materialista y poder arribar a una conclusión sobre el impacto que causa el actual modelo.

Para este singular fin cito al economista indio, Amartya Sen, premio Nobel de economía en 1998. Este pensador propone una mirada integral y original de la pobreza. Ser pobre, no significa vivir por debajo de una línea imaginaria de pobreza, por ejemplo, un ingreso de 2 dólares por día o menos. Ser pobre es tener un nivel de ingresos insuficiente para poder desarrollar determinadas funciones básicas, tomando en cuenta las circunstancias y requerimientos sociales del entorno. Más que medir la misma por el nivel de ingresos, recomienda enfocar lo que ese individuo puede hacer con los mismos. Esta propuesta de centrar las evaluaciones del bienestar en las personas y no en los bienes de consumo tiene como piedra angular la expansión de la libertad es tanto el fin primordial del desarrollo como su medio principal.

Esta nueva metodología aplicada a la situación nacional seguramente arrojara resultados de grandes proporciones deshumanizantes. Confluyen la pobreza medida en ingresos con la pobreza enfocada en la persona y sus posibilidades de desarrollo y libertad. La pobreza es vivida de manera cabal, en todos los sentidos. Nos es suficiente con pertenecer a la clase media, ser de este estrato social significa ser pobre bajo este modelo neoliberal. Pero lo más infausto y degradante es la negación de la libertad, eslogan principal del gobierno libertario. No se alcanza la libertad y felicidad cuando carecemos de salud, educación, obras públicas y salarios magros. La comunidad es primordial para ser libres.

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