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¿De la Argenzuela peronista a la Argenweimar libertaria?

Acciones que grafican la calamitosa realidad social. (Por Héctor Lovaiza, licenciado en Relaciones Internacionales).

Las situaciones políticas y económicas azuzan la creatividad lingüística de la ciudadanía para describir, criticar o revelarse contra esa realidad. Argenzuela es un ejemplo. Esta no hace mención a la unión de dos Estados soberanos, fue una palabra que se incorporó a la jerga política nacional donde nutre de sentido social y de partencia a un determinado grupo político para denostar al gobierno peronista que administró la cosa pública de nuestra nación en el período 2003/2015. La misma describía, y describe una emulación del sistema político, y especialmente económico, de la República Bolivariana de Venezuela bajo el mandato de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Los ejes principales de críticas giraban en torno al avasallamiento hacia los medios masivos de comunicación con su innegable impacto en la libertad de expresión, como también el régimen económico signado por la inflación. Ambos gobiernos conducían al socialismo empobrecedor y de la cual primero Mauricio Macri, y ahora el gobierno libertario, impidieron la profundización de “argenzuela”.

Nuestro país atraviesa una crisis causada por decisiones de corte netamente antipopular, entre esos el plan de quita de subsidios y el consiguiente aumento de tarifas. En medio de este ambiente, un comerciante de la localidad cordobesa de Huinca Renancó recibió una boleta de luz de su negocio por $ 840.000 y eligió una insólita modalidad para pagarlo en modo de protesta: llevó el dinero con una carretilla llena de billetes de $ 100 y $ 200. ¿Será la continuidad de argenzuela? quizás, dependiendo desde la óptica, lo que sí es incuestionable el cambio de rol de las fuerzas políticas y también las imágenes que remiten a épocas turbulentas en el continente europeo, especialmente La República de Weimar, actual Alemania.

Weimar hace referencia a la nueva constitución y sistema político del imperio alemán instaurado en la ciudad alemana del mismo nombre en 919 tras la derrota del país en la primera guerra mundial. Esta nueva carta magna tenía como objetivo garantizar la reconstrucción del país. Sin embargo, el período se caracterizó por una tensión económica que precipitó una elevada hiperinflación entre 1921 y 1923, producto de imprimir desmesuradamente papel moneda para tratar de satisfacer las sanciones impuestas en el Tratado de Versalles por las potencia vencedoras, y que de hecho se finiquitó en 2010. Este tramo de la historia germana tiene una singularidad: la ingente cantidad de dinero físico que se debía de utilizar para la compra de un producto mediante la utilización de herramientas inusuales como carretillas dada la exorbitante cantidad. ¿Ante este suceso histórico, podríamos llamarnos argenweimar? Las similitudes existen.

Si bien no somos pioneros en estas estrafalarias dinámicas de pago, si podemos exhibir una particularidad que, a pesar de no existir técnicamente una hiperinflación, arribamos a este hecho además de carecer de un marco post bélico. Más allá de las palabras, es menester no envilecer estas acciones porque grafican la calamitosa realidad social. Pero por el momento, y remitiéndome a mi derecho constitucional de libertad de expresión y réplica, somos tristemente argenweimar.

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