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La política no es agonal ni arquitectónica con Milei

Las redes construyen consumidores, no ciudadanos (Por Héctor Lovaiza, Licenciado en Relaciones Internacionales).

La intensiva actividad de Javier Milei en las redes sociales está paulatinamente formando un campo de estudio multidisciplinario, confluyendo principalmente la psicología y la política, dentro del ámbito comunicacional trasformando en una cuestión de Estado. Si se sigue ahondado, este dinamismo está alterando la política en su esencia agonal y arquitectónica que pueden derivar en una sociedad quebrada en su cimiente contractual.

La faz agonal es la contienda política y la necesidad de ganar la misma en el caso de la política; ganar el poder. Esto es de importancia estructural para la democracia formal en el marco del sistema político. La faz arquitectónica es la construcción de las propuestas planteadas y prometidas en el proceso previo a ganar la contienda electoral.

Estos dos aspectos primordiales para una sociedad politizada se ven desnaturalizados a raíz de la furiosa actividad twitera del mandatario argentino. Las redes construyen consumidores, no ciudadanos. Esta dinámica está instalada desde que las mismas se afincaron como herramienta y marco para la totalidad de las actividades sociales. Estos consumidores edificados por el presidente tienen una particularidad: la sectaria adhesión a esta ideología libertaria como su aversión a lo estatal asemejado a lo popular. Y en este punto me gustaría ejercer el rol de abogado del diablo. La política no está exenta de los avances tecnológicos, al contrario, la técnica informática en este caso favorece la continuidad de la política. La línea transversal es la despolitización y la configuración de una sociedad de individuos, donde solo los buenos son libres.

La despolitizada actividad política, valga esta paradoja, del presidente desde su Iphone está en las antípodas de lo agonal y arquitectónico. La contienda se erige en un furibundo ataque contra sus adversarios ante una más mínima crítica. Las propuestas son laxas, una narrativa inclinada sin sustento histórico y científico riguroso. Las redes sociales en manos de Javier Milei son un preludio del totalitarismo como régimen político.

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