Nicolás Federico Sampó LU1NFS
Redacción de Nuevo Diario y producción de Radio LV11
Únicamente el tiempo fue capaz de confirmar que la radio no conoce de límites. Que es capaz de llegar a lo más íntimo del ser, e incluso de trascender hacia el universo. Que es capaz de cambiar y generar cambios, como también de comunicar, educar y proteger. Quién podría creer que, en los tiempos de la Inteligencia Artificial, las computadoras cuánticas y obsolescencia programada, podría existir un servicio capaz de informar, entretener y servir de forma gratuita, eficaz y al alcance de todos.
Como si esto fuera poco: fueron cuatro jóvenes argentinos los que en su afán de hacer ciencia y comunicar, fueron pioneros en la radiofonía universal. Un día como hoy, pero hace 103 años, se realizó la primera transmisión de radio como la conocemos hoy en día.
Enrique Susini, Luis Romero Carranza, César José Guerrico y Miguel Mujica fueron los jóvenes científicos que asistieron al llamado de la historia. Armados con gallardía y fibra investigadora, aprestos a demostrar lo aprendido sobre ondas electromagnéticas con la electrónica de época, se subieron a la terraza del teatro Coliseo de la Ciudad de Buenos Aires y transmitieron la ópera Parsifal. Habían colocado un micrófono en el salón, con una sencilla antena en la azotea. Usando equipo de 5 vatios de potencia que, previa adaptación, les permitió llegar a varias manzanas a la redonda. El afán científico fue mayor que la expectativa de audiencia, ya que no existían radios como las conocemos hoy, y los equipos capaces de recibir la transmisión eran muy pocos.
Estaban traveseando, pero no macaneando. Estos buenos señores sabían perfectamente lo que hacían, eran hombres de ciencia y de trabajo; jóvenes académicos que tenían un club donde compartían los conocimientos adquiridos sobre el espectro electromagnético, ondas, modulación, antenas, propagación y electrónica. Agrupados en el grupo Radio Argentina, seguían el avance de las tecnologías de comunicación disponibles en la época, como de la telegrafía sin hilos de Guillermo Marconi, que había sido aplicada a la radiotelefonía para comunicaciones militares, que ya era motivo de los primeros ensayos de radiodifusión en algunos lugares del mundo.
Pero era solo eso. Un grupo de locos, hasta que cerca de las 20.30 del 27 de agosto de 1923, Enrique Susini tomó el micrófono, y como salto hacia la escena, dijo algo parecido a lo siguiente: “Señoras y señores, la Sociedad Radio Argentina les presenta hoy el Festival sacro de Richard Wagner, Parsifal. Con la actuación del tenor Maestri, la soprano argentina Sara César y el barítono Rossi Morelli y los bajos Chirino y Paggi, todos bajo la dirección de Félix von Wingartner, secundado por el coro y la orquesta del Teatro Constanzi de Roma”.
Marcando un antes y un después en el concepto de la radio, los “locos de la azotea” siguieron haciendo ciencia y comunicación. Poco tiempo después se formó el Radio Club Argentino, pionero mundial de la radioafición que trabaja desde antes de que existan las regulaciones y normativas mundiales sobre el espectro.
La radio como tal, en su origen físico cercano a la perfección, tiene diversas capacidades, como la transmisión de señales a largas distancias sin cables, la difusión de programas de música, noticias y entretenimiento, y la telefonía móvil. Las tecnologías como 3G, 4G y 5G utilizan radiofrecuencia para datos inalámbricos. Las redes de radio de emergencia permiten la comunicación en situaciones críticas, como desastres naturales o eventos adversos, cuando otras formas de comunicación pueden estar interrumpidas. Wi-Fi y Bluetooth permiten la comunicación entre dispositivos, mientras que los radares usan ondas de radio para detección. GPS usa señales de radio para navegación precisa, y astrónomos captan señales de radio para estudiar el espacio. Además, la radio cifrada se usa en seguridad y militares.
La síntesis de su atemporalidad es que han pasado más de 150 años y la radio está más vigente que nunca. El motivo por el que la radio evolucionará de la misma forma que lo viene haciendo, es porque los locos cada vez se trepan más alto.
