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Opinión #Alianzas

La diplomacia en Rusia empantanada en Libia

Libia se ha convertido en un campo de batalla para ensayo político de las potencias mundiales, donde a través de las guerras sectarias quieren controlar los grandes recursos petroleros del país. Dentro de este marco, Rusia su antiguo aliado trata de ser la fuerza política de estabilización; pero sus errores alejan la posibilidad de la paz

Agrandar imagen  Hoy la diplomacia rusa se encuentra negociando un acuerdo con Turquía; pero las perspectivas de un cese al fuego cercano son ilusorias por la injerencia internacional de países como Francia
Hoy la diplomacia rusa se encuentra negociando un acuerdo con Turquía; pero las perspectivas de un cese al fuego cercano son ilusorias por la injerencia internacional de países como Francia

Nadie duda que Libia desde la revolución impulsada en el marco de la así llamada Primavera Árabe por Francia en el año 2011, acompañadas por los países de la OTAN y que terminó en el derrocamiento del régimen de Muhammad Gadaffi, es un rompecabezas difícil de resolver. En resumidas cuentas y a fin de no perdernos en los laberintos de esta guerra civil que lleva casi 10 años ininterrumpidos, dos alianzas compuestas por tribus y facciones se han dividido el país y luchan por quedarse con el poder. En la región Este se encuentra la coalición de la L.N.A. o Ejercito Nacional Libio comandada por el grupo del General Khalifa Haftar que maneja los grandes recursos petroleros del país y que cuenta con el apoyo internacional de Egipto, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos. En la zona Oeste y en dominio de la capital Trípoli se encuentra la Alianza Amanecer Libio denominada también (GNA) o Gobierno del Acuerdo Nacional cuyo presidente es Faiz Saraj, de orientación integrista y vinculada fuertemente con la Organización Hermanos Musulmanes respaldada por Qatar, Turquía, Francia e Irán.

 

Históricamente los principios que Rusia ha seguido para posicionarse frente al conflicto libio son los mismos que sigue para Siria por ejemplo: Lograr la estabilización política y territorial para conseguir un país próspero, moderno y con instituciones laicas, aunque no esté gobernado por una democracia, eligiendo un gobernante fuerte que pueda defender los intereses del país y colocando a Rusia como su socio económico privilegiado; criticando la lógica de la fragmentación territorial con el colapso de la vida civil y económica que prefiere Occidente para obtener sus ganancias.

 

 Sin embargo la política exterior rusa para Libia cambió desde el año 2014 permitiendo la intervención de los intereses independientes de la empresa petrolera nacional Gazprom que firmó un acuerdo con la Corporación Nacional del Petróleo manejada por Trípoli, con la esperanza de que gane quien gane la guerra civil serían ellos quienes manejarían el petróleo y el gas. A su vez permitieron la intervención de los intereses militares que, a la vez que Gazprom apoyaba a Tripoli, estos últimos mandaron un contingente de 1200 tropas mercenarias del famoso grupo Wagner en sentido opuesto, para apoyar al LNA en combate y realizar tareas de mantenimiento. Suministrando a su vez armamento, obligando a Moscú a no apoyar oficialmente a ningún bando. Toda esta confusión diplomática se vio reflejada en las fallidas conversaciones de paz que se llevaron a cabo en Moscú y Berlín a principios del año 2020 y que terminó en un gran fiasco para la diplomacia Rusa, que a la postre representaron la pérdida de su hegemonía diplomática.

 

 Y esto es así porque durante la reunión de paz el General Haftar que esperaba que Moscú lo apoyase para encabezar un gobierno de unidad nacional, se retiró de las negociaciones sin firmar ningún acuerdo al darse cuenta de la timidez rusa debido a las negociaciones de Gazprom con la otra parte. Pero el fiasco no solo terminó ahí, sino que en medio de las reuniones de paz una facción del L.N.A. perteneciente al sector integrista islámico amenazó con hacer un genocidio de las tribus Bereberes que eran parte de esta alianza acusándolas de herejía. Estas tribus Bereberes inmediatamente cambiaron de bando sumándose a la alianza del GNA y colapsando parcialmente el frente del LNA que perdió ese en combate 7 ciudades importantes.

 

 En vista de este fracaso político, la Cancillería Rusa trató de entablar amistad con Trípoli sin éxito con lo que las perspectivas de la solución rusa se han hecho vanas asegurando la continuidad del conflicto. Y esto es así porque si incluso el LNA que se consideraba un aliado de Moscú gana la guerra civil y domina todo Libia, debemos recordar que Rusia nunca apoyó formalmente a ningún lado a pesar de la intervención de los mercenarios, y porque los demás jeques árabes sí han establecido alianzas formales a nivel estatal respectivamente con alguna de las facciones comprometiendo recursos y apoyo político.

 

 Hoy la diplomacia rusa se encuentra negociando un acuerdo con Turquía; pero las perspectivas de un cese al fuego cercano son ilusorias por la injerencia internacional de países como Francia que se encuentran cómodos teniendo sumida a Libia en un caos controlado que le permita obtener beneficios económicos derivados de la compra de hidrocarburos y la venta de tecnología a este país que se encuentra de rodillas desangrándose en una guerra fratricida. Viendo a su vez con satisfacción como Rusia se hunde en sus propios errores y deja de ser un competidor de peso en la estabilización de esta región.

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