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Opinión La felicidad, entonces, será ese pequeño momento de disfrute

Salud mental ¿Un imposible?

Herlan Bravo, licenciado en Psicología Clínica con una especialidad en Psicoanálisis, para el Nuevo Diario.

Hablar de salud, en estos tiempos se volvió mucho más significativo y entre nosotros, hasta se valora más el saludo común: “cuídate”. ¿Podríamos decir que aún transitamos los ecos del COVID-19? Aquel virus que aisló a la sociedad mundial y se llevó consigo muchos seres humanos o generó inestabilidad emocional y psíquica en muchas personas que lo vivieron.

Los ecos pueden ser un retorno atroz porque no solo son recuerdos, sino también vivencias en cuerpo que regresan a reproducir escalofríos y se vuelve a pensar en aquel que ya no está o en aquella persona que aún padece las famosas secuelas de esta enfermedad.

Introduje el verbo pensar, y qué manera de pensar en esos días de soledad o en esos otros de aislamiento que muchos atravesaron porque tenían que estar lejos de la familia (por precaución). O pensar en que ya no se podía vivir la cuarentena y esperar aquel ansiado día en donde se anuncie que la pandemia concluyó.

De acuerdo con las estadísticas, esta etapa que atravesó la sociedad fue cataloga como una de las peores vividas en la historia mundial. Además, los casos de suicidio aumentaron y las alteraciones mentales fueron mucho más fuertes después y durante el colapso sanitario.

Definitivamente, fueron días críticos y en algún punto voraces porque se comían los sueños, deseos y anhelos que cada uno tenía y quería cumplir en ese tiempo. Días inconcebibles para muchos, cuál guion terrorífico escrito por Stephen King y actuada por cada uno de nosotros.

A continuación, voy a presentarles algunos conceptos que ayudarán a entender qué es “salud” y posteriormente qué es “salud mental”.

De acuerdo con la medicina, el significado de salud engloba un bienestar total, en el cual un organismo vivo no tiene ninguna lesión ni padece ninguna enfermedad y así puede ejercer con normalidad todas sus funciones.

El concepto de “salud mental” encierra una polisemia de sentidos. Nos podemos referir a distintos problemas invocando su nombre. Para avanzar tenemos que diferenciarlos, si no podemos llegar a malentendidos que no son solo fruto del lenguaje.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la Salud Mental como “un estado de bienestar en el cual cada individuo desarrolla su potencial. Puede afrontar las tensiones de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y puede aportar algo a su comunidad”.

Sin duda si seguimos la anterior definición, sería muy difícil estar sano, ya que no existe un estado de bienestar completo o absoluto. Desde el psicoanálisis, consideramos que es estructuralmente imposible para el ser hablante el completo “bienestar”. Tenemos que lograr un saber hacer, que es totalmente diferente. Cada uno, de forma singular, con esa falta estructural que introduce el lenguaje al despojarnos del instinto.

El psicoanalista Sigmund Freud señalaba que nuestro aparato psíquico no nos permite ser felices, ni tener una satisfacción absoluta. La felicidad, entonces, será ese pequeño momento de disfrute que cada uno vive en esporádicos episodios.

En su texto “El malestar en la cultura”, Freud nos afirma que el ser humano a lo largo del tiempo, a través de la cultura, ha sacrificado un trozo de posible satisfacción y felicidad a cambio de procurar seguridad a dicha cultura, el mantener la sociedad unida y poder funcionar como tal.

Entonces, ¿Es posible contar con salud mental absoluta? ¿Es posible un bienestar total y completo? Humanamente, podríamos decir que no. El planteamiento que quiero transmitir es que no se puede pensar en una absoluta plenitud de bienestar como tal.

Es evidente, no se puede pensar en una solución total porque los procesos que cada ser humano tiene para sí son diferentes. Sin embargo, sí podemos direccionar modos de afrontar y pensar una estabilidad emocional. Ya lo anticipaba el psicoanalista Sigmund Freud en una entrevista que le hicieron el año 1939, cuando un periodista le preguntó qué era para él una persona sana, madura e integrada en la sociedad. Ante una pregunta relativamente difícil de contestar, el doctor Freud responde: “Amigo mío, cualquier persona capaz de amar y trabajar”.

Amar, implica un desarrollo emocional y una madurez psíquica capaz de comprometer y valorar la interdependencia que se logra con la pareja cuando el sentimiento es verdadero y recíproco. Ciertamente, el concepto de amar es amplio y en muchas ocasiones se logra una variedad de opiniones al respecto.

Trabajar, implica la capacidad de aceptar retos, comprometerse y articular relaciones interpersonales de forma útil que generan resultados para un grupo de personas y para sí mismo. Lograr de manera exitosa objetivos individuales y grupales por medio del trabajo, implica el desarrollo y puesta en práctica de habilidades cognitivas, emocionales y prácticas que denotan en el individuo un estado de conciencia, propio de una persona saludable.

Como ven, no planteo la fórmula absoluta de vivir UNA “Salud Mental” idónea y perfecta, pero sí propongo enfocar las actividades cotidianas en esas dos acciones. Entonces, ¿Cómo amas? ¿Cómo trabajar?

 

Referencia Bibliográfica:

- Organización Mundial de la Salud. (2022). Salud mental del adolescente.

- Organización Mundial de la Salud. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/adolescent-mental-health

- Sigmund, F. (1930). El malestar en la cultura. Amorrortu editores.

- Sigmund, F. (1903). El método psicoanalítico. Amorrortu editores.

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