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Opinión El senador peronista prometió a un grupo de mujeres dar tratamiento exprés a la legalización del aborto

Pichetto, ¿fuera de la ley y fuera de Perón?

El senador Miguel Ángel Pichetto, quien después de doce años de disciplina kirchnerista afirmaba en 2015 que por fin era “libre”, abdicó una vez más en su larga trayectoria política, esta vez frente a lo que considera una “ola” imparable, más sensible a lo mediático que a lo real.

El senador eligió un curioso método para comunicar su decisión: decidió rendir cuentas ante un tribunal compuesto por Dalma Maradona, Beatriz Sarlo, Malena Galmarini, Claudia Piñeiro y otras; ante ellas prometió, en nombre del bloque peronista, dar un tratamiento exprés a la legalización del aborto.

 

¿Acaso desconoce Pichetto que, en materia de participación y protagonismo político de la mujer, el peronismo no tiene que rendir cuentas a nadie? Del voto femenino en los años 50 al cupo de los 90, ninguna ONG, ningún grupo social, ni feminista, ningún otro partido político, puede exhibir las mismas credenciales que el movimiento fundado por Perón en lo que hace a la habilitación de la mujer para todos los cargos, codo a codo junto al varón. Sin embargo el senador Pichetto se dejó interpelar por un grupo de mujeres que en su mayoría no son representativas de la fuerza que habilitó el protagonismo femenino en la política.

 

Se trata del mismo Pichetto que felicitó al gobernador de La Pampa, Carlos Verna, por el voto de los diputados de esa provincia que en oscuro trámite optaron en favor del aborto, por seguir “el ritmo de la evolución social”. Lo que Pichetto llama “evolución” —matar niños antes de nacer— para otros, como el papa Francisco, es un gran retroceso que habilitará prácticas eugenésicas que fueron duramente condenadas cuando las llevaban adelante los nazis para mejorar la raza, eliminando a los judíos y a otros grupos étnicos o sociales a los que consideraban inferiores o “desviados”. Lo de Pichetto parece aproximarse más a lo expuesto por Elisa Carrió cuando afirmó que “las manipulaciones en el debate por el aborto mostraron lo peor de la política corrupta de los últimos años”. O a las afirmaciones de Jorge Bergoglio desde Roma, con las que ella se identificó en el documento que hizo público: “El aborto es nazismo de guantes blancos…”. “Me preocupa —escribió Carrió— la fragilidad y el hedonismo de un amor líquido que termina destrozando los cuerpos de las mujeres jóvenes y descartando la potencia de vida de niños con capacidades diferentes”. O a lo de José Luis Gioja que categóricamente sostuvo: “El que está concebido para nacer debe nacer”. O al padre “Pepe” Di Paola: “El plan que hay detrás (del aborto) sin duda es el del control de la natalidad y que los hogares de las familias pobres tengan menos hijos”. Y, apuntando también al costado eugenésico del aborto legal: “Este plan siniestro tiene otra cara, que es ponerse en el lugar de Dios que para mi es el gran pecado. Decidir quién vive y quién no”.

 

Es decir que Pichetto, aunque declara hablar en nombre del peronismo, antes que cumplir con las enseñanzas pro vida de Perón y la visión estratégica que lo llevó a formular un plan para que la Argentina tuviese 50 millones de habitantes en el año 2000, o antes que seguir el ejemplo de Eva Perón de proteger a los seres más indefensos, parece haberse convertido en el receptáculo natural para que las hijas de la “dictadura del deseo” —para la que todo deseo es sinónimo de derecho—, banalicen los auténticos derechos y exceptuar al Estado, en sus tres Poderes, de la responsabilidad de cuidar a cada uno de sus ciudadanos y en particular al niño por nacer.

 

“Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”, afirmaba el general Perón. Pichetto no puede por lo tanto desconocer el carácter anticonstitucional, afirmado por la Academia Nacional del Derecho y el Colegio Público de Abogados, que tiene una ley que promueve el matar argentinos antes de nacer. Esto coloca al senador Pichetto fuera de Perón y puede dejarlo fuera de la ley. Y de la ineludible responsabilidad que tiene todo dirigente político público de educar en sentido de la verdad. Si de verdad quiere ser libre, Pichetto debería declararse “esclavo” de la herencia y de los valores del movimiento que pretende representar.

 

También la CGT, en su convocatoria al paro, si quiere cumplir el apotegma de Perón, “los dirigentes gremiales no deben estar para discutir solamente por cinco centavos más o menos del salario, sino para dar también su versión de modelo de país”, tiene la oportunidad de incorporar al paro el propósito de “defender la vida”, pues para trabajar primero hay que nacer. En particular cuando algunos de sus máximos dirigentes, como Hugo Moyano, Héctor Daer, Julio Piumato y Antonio Caló, han firmado el documento Peronistas por la Vida que afirma que “la defensa de la persona humana y su derecho fundamental a la vida, desde su inicio hasta su término, constituye el fundamento de la convivencia humana y de la comunidad política”.

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