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Opinión

Empatía, la medicina contra el prejuicio

Los tratamientos médicos disponibles son escasos, pero una terapia con aceite de cannabis la está ayudando mucho, incluso más de lo esperado.

Hace unos seis meses, la vida de Carola comenzó a cambiar para bien. Después de años logró dormir las ocho horas seguidas que recomiendan los profesionales de la salud, sólo porque que su hija pudo hacerlo. Una enfermedad de las consideradas “poco frecuentes” le causa a la joven falta de oxígeno, apnea y en algún momento hasta convulsiones.

 

A pesar de tener más de 20 años nunca pudo hablar ni caminar; por lo que depende de sus familiares para todo. Los tratamientos médicos disponibles son escasos, pero una terapia con aceite de cannabis la está ayudando mucho, incluso más de lo esperado.

 

Casos de este tipo hay muchísimos en la Argentina y, por motivos “legales” aún no salen a la luz. Uno de los principales escollos que encuentra a su paso la implementación de la ley 27350 sobre el uso Medicinal de la Planta de Cannabis y sus derivados es el temor  a que desemboque en un avance de las adicciones a las drogas. Ahora ¿cómo se le explica a Carola que su hija no puede contar con un medicamento porque éste se encuentra en la lista de los más usados para el consumo problemático?

 

Por cada frasquito de aceite que la joven necesita cada 40 días, Carola debe abonar $1300. No es hija única y la familia no cuenta con demasiados recursos, pero hace hasta lo imposible porque ella tenga una mejor calidad de vida. De hecho lo lograron. La evolución es bastante notoria a casi medio año de tratamiento.

 

“Estaba conectada al aparato de oxígeno y ahora respira por sus propios medios. Ya no tiene arritmias, ni apneas que es a lo que le tememos porque se quedaba sin respirar. Esos episodios se repetían hasta cinco veces por noche y yo no dormía por eso. Gracias a Dios se está alimentando bien y está levantando el peso. Ahora estira las piernas, levanta los brazos, me ayuda para cambiarse; cosas que antes no hacía (…)”, comentaba Carola para explicar que las mejoras en la calidad de vida de su hija alcanzaron hasta un “70%”.

 

En la familia, las enfermedades de este tipo impactan directamente. “Nosotros, sinceramente, ya no dormíamos. Es más el tiempo que pasábamos llorando, sufriendo por el problema que ella tenía, porque no podía reaccionar. Había que aspirarla permanentemente y hoy gracias a Dios no usa ningún equipo porque respira por sí sola”.

 

El inciso “d” del artículo 3º de la ley ordena “Garantizar el acceso gratuito al aceite de cáñamo y demás derivados del cannabis a toda persona que se incorpore al programa, en las condiciones que establezca la reglamentación”.

 

Ese programa está en vías de construcción, lo cual es un paso optimista. Sin embargo, las enfermedades, sus dolencias y secuelas no entienden de tiempos legales.

 

Acelerar el proceso de implementación plena de la ley es tarea del Estado, pero la sociedad puede crear un contexto más adecuado para que eso ocurra. A mayor información, menor prejuicio y quizás más empatía.

 

Nadie está exento de padecer una enfermedad que requiera de este tratamiento hasta el  momento “prohibido” y, en un gesto de simple “humanidad” nada cuesta ponerse en el lugar del otro, comprender y hacer de su lucha un poco la de todos.

 

La organización Cannabis Medicinal Argentina, más conocida como “Cameda”, cuenta con numerosos testimonios e investigaciones al respecto del tema en su sitio www.cannabismedicinal.com.ar.

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