En la misa para despedir como beata a María Antonia Paz y Figueroa, en la Basílica Nuestra Señora de La Piedad (Buenos Aires), estuvo presente y como invitado especial, Damián Abregú quien es sobrino en octava generación de Mama Antula.
“Es algo que vino, yo no lo busqué. Lo importante en esto no es tanto ser familiar o no, sino la devoción que uno tiene. Porque uno puede tener la misma sangre, pero si no hay devoción, de nada vale lo otro. Siempre ponemos a la gente primero antes que los familiares. Más allá de todo eso, es un día histórico para todos. Y mañana —por hoy– se va a hacer la misa de acción de gracias luego de que se viva la ceremonia de canonización”, indicó en un diálogo exclusivo con Nuevo Diario.
“Lamentablemente, por una cuestión de salud estuve internado y me dieron el alta hace muy poco, por lo cual era muy corto el tiempo, por eso no pude realizar el trámite para poder ir a Roma y estar allí en esa ceremonia que me imaginó se vivirá de una manera muy especial para todos. Tanto santiagueños, argentinos y todo el mundo”, relató.
Asimismo, explicó que vive desde hace varios años en Buenos Aires. Su papá fue santiagueño, de ciudad Capital.
“Esto lo vine mamando desde chico, absorbiendo toda la historia. Y todo lo que me dejó mi papá hace 22 años ya. Desde allí inicié mi camino para promover y difundir la obra y carrera de María Antonia”, explicó.
Después de la beatificación y de que se inició este camino hacia la canonización, indicó que siempre estuvo presente en toda actividad al respecto y que dos veces al año viaja a Santiago.
“La gente debe entender, que más allá de que Mama Antula tenga gracias o milagros, siempre recordemos que el milagro es ella. Porque una mujer en 1700 haya hecho lo que hizo, eso fue un verdadero milagro. Nos sentimos privilegiados esta generación de la familia, porque las anteriores esperaban este momento y nosotros estamos viviendo lo que muchos parientes no pudieron vivir. Es mucha emoción y significa todo para nosotros después de mucho”, agregó.
