Cientos de devotos de María Antonia de Paz y Figueroa, más conocida como Mama Antula, participaron
ayer de una peregrinación en moto hacia el santuario de la beata santiagueña, ubicado en la localidad de Villa Silípica.
Los santiagueños —y también algún que otro turista infiltrado— comenzaron a congregarse cerca de las 8, como estaba estipulado en la invitación, en la escuela Juan Pablo II Nº 816, situada en la calle 14 del barrio Almirante Brown.
A la peregrinación también se sumó el Dr. Gerardo Zamora, gobernador de la Provincia, acompañado por demás autoridades locales.
Los cientos de fieles emprendieron rumbo pasadas las 8.20. Si bien la peregrinación era en moto, también adhirieron automovilistas que portaron banderas alusivas a la beata santiagueña.
Vale recordarse que la propuesta se enmarcó dentro de la próxima canonización de Mama Antula: será el domingo 11 de febrero, en el Vaticano, Italia (NdeR: los vecinos de la ciudad Capital podrán participar de la vigilia que comenzará a la hora 0 de ese mismo domingo, en la plaza Libertad: habrá iniciativas religiosas, como la recepción de las imágenes del Señor de Mailín y la Virgen de Sumampa, y shows artísticos. La canonización inicia a las 5.30, hora local).
Luego de haber recorrido poco más de 30 kilómetros, los devotos fueron recibidos por el padre Mario Tenti, quien más tarde se encargó de oficiar la misa.
Los allegados (cada vez fueron más, debido a que se acercaron desde zonas aledañas) compartieron un desayuno como gesto de “unión y fraternidad entre peregrinos”, según explicaron desde la organización.
Durante la ceremonia religiosa, Tenti resaltó los valores de Jesucristo, al igual que los de María Antonia de Paz y Figueroa: “Mama Antula tenía esa ternura, esa misericordia de salir a ayudar a los demás, como así también a enfermos. Ella vivió así su obra de fe, como Jesús curó a aquellos que padecían alguna enfermedad y predicando su palabra hacia el prójimo”.
Santiago del Estero, dentro de una semana, tendrá a su santa. Se espera que lo que se vivió ayer sea apenas una milésima de uno de los actos de fe y amor más grandes que alguna vez presenció esta provincia en toda su historia.
