En los últimos cinco años Colombia, Perú, Chile y México crecieron a tasas muy superiores a las de Argentina, Brasil, Paraguay, Venezuela y Uruguay. Dada esta realidad, no debe extrañarnos que los nuevos gobiernos de Buenos Aires y Brasilia hayan comenzado a dar señales favorables a una apertura económica y que intenten acercarse a la Alianza del Pacífico. La reciente visita de Enrique Peña Nieto representa una excelente oportunidad para plantearse la relación que nuestro país mantiene con América Latina. Lo primero que debemos señalar en este sentido es la importancia que América latina tiene para los intereses argentinos. Ésta no sólo es nuestra área de pertenencia geográfica y cultural, sino que aquí es en donde podemos jugar un rol central y, al hacerlo, proyectar nuestra influencia a nivel global. Por otro lado, una mayor integración económica con nuestros vecinos nos permitirá ganar productividad y, de esta manera, mejorar la calidad de vida de los argentinos.
Un fenómeno a destacar es la aparente desaparición del escenario político y económico que prevaleció hasta hace tan solo un par de años.
Esta etapa estuvo marcada por el proyecto sudamericanista que impulsó Brasil para posicionarse como potencia regional –algo que, al tener que competir con México en el contexto latinoamericano, le resultaba difícil. Pero además de explicarse por el eficiente labor de la diplomacia brasilera, el relativo éxito que este proyecto tuvo a principios del siglo XXI también se debió a una serie de factores que ya no existen.
Entre estos podemos mencionar la falta de atención que Estados Unidos le prestó a América Latina, enfocado como estaba en las guerras en Irak y Afganistán, y la relativa debilidad de una Argentina post default que no pudo, o no quiso, evitar la pérdida de influencia y flexibilidad diplomática que le significó limitar su política regional a América del Sur. Un fenómeno adicional fue la pelea que tuvo lugar entre los gobiernos de Hugo Chávez y Álvaro Uribe. Ésta, lo llevó al presidente de Venezuela a abandonar la estrategia natural que debería seguir su país - servir como nexo entre el Caribe y América del Sur- para apoyar la creación del Unasur y, de esta manera, aislar a Colombia de sus dos aliados naturales (México y Estados Unidos).
Pero hoy el escenario es distinto. Chávez murió, Washington volvió a América Latina y Brasil perdió peso debido a la profunda crisis política y económica por la que le toca atravesar. De la división entre América Central y del Sur ahora parece haberse pasado a una división entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico.
Estos dos bloques difieren en su modelo de integración económica. Mientras que el Mercosur adoptó una política proteccionista al defender la industralización a través de la sustitución de importaciones, el segundo grupo de países optó por firmar una gran cantidad de tratados de libre comercio para integrar a sus empresas a las cadenas globales de valor. La diferencia en los resultados que obtuvieron ambos bloques es notable. En los últimos cinco años Colombia, Perú, Chile y México, en su conjunto, no sólo crecieron a tasas muy superiores a las de Argentina, Brasil, Paraguay, Venezuela y Uruguay, sino que lo han hecho con menor inflación y generando más y mejores trabajos. Los resultados en el plano social, como lo demuestra la reducción en la pobreza que tuvo lugar en Perú, también fueron positivos. Dada esta realidad, no debe extrañarnos que los nuevos gobiernos de Buenos Aires y Brasilia hayan comenzado a dar señales favorables a una apertura económica y que, al mismo tiempo, intenten acercarse a la Alianza del Pacífico.
En mi opinión la Argentina enfrenta un oportunidad histórica. Se encuentra, efectivamente, en condiciones de convertirse en el puente que conecte al Mercosur con la Alianza del Pacífico. Esto nos permitiría incrementar nuestra influencia política y mejorar la productividad de la economía. Asimismo, la Argentina tiene una cuota de poder que le permite asumir este rol. No sólo somos una de las tres principales economías de América Latina, sino que junto con Brasil y México somos los únicos miembros que América Latina tiene en el G20. Tampoco debemos olvidarnos que, junto con Brasil, mantenemos el liderazgo regional en áreas relacionadas con tecnología sensible -como son la nuclear y espacial- y que ejercemos una gran influencia cultural –componente central del “poder blando”- en América Latina.
Finalmente, las declaraciones del Presidente Obama y de otros funcionarios estadounidenses parecen indicar que la principal potencia del mundo quiere que Buenos Aires asuma un rol de mayor protagonismo.
Pero si estos tres motivos explican porqué estamos en condiciones de liderar el proceso de convergencia entre ambos bloques, queda aún pendiente definir que acciones tendríamos que tomar para lograrlo.
Inicialmente deberíamos transformar el Mercosur, junto con Brasil, en un acuerdo comercial que se asemeje más a un tratado de libre comercio que a una unión aduanera. En este sentido, no debemos olvidar que este último modelo integración se encuentra en crisis en el mundo ya que, entre otros motivos, se basa en una idea de integración que asume que las sociedades están dispuestas a ceder soberanía en post de un proyecto regional. Sin embargo, y como lo muestra claramente el caso de la Unión Europea, el fenómeno que esta ganando protagonismo en el mundo es el del nacionalismo. A esto debemos sumarle el hecho que el Mercosur nunca funcionó como se suponía, no sólo porque sus reglas comerciales fueron violadas de manera sistemática sino también porque nunca se adoptaron las medidas de armonización que hubiesen resultado necesarias para su buen funcionamiento.
Por el contrario, un tratado de libre comercio le daría a los Estados la flexibilidad que necesitan para firmar tratados de libre comercio con terceros países y permitiría disminuir el grado de conflictividad que se observa actualmente entre los miembros.
Además de transformar el Mercosur, también habría que establecer una serie de metas que le permitan a este bloque converger con la Alianza del Pacífico. Éste es un proceso que tomará algunos años .