
El periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, apuntó al Gobierno por la decisión de dejar sin trabajo a miles de familias en Tierra del Fuego luego del anuncio del Gobierno de eliminar aranceles para la importación de productos electrónicos. “Es un daño absurdo”, asestó.
El editorial completo de Víctor Hugo Morales
El secretario de la UOM, Abel Furlán, habla de un Gobierno que prefiere celulares baratos al trabajo de 7.000 familias en Tierra del Fuego. Miles de esas familias se fueron al sur, donde es más difícil vivir. Se fueron de sus provincias por esos trabajos que ahora les quitan. La crueldad al mango. El desprecio de la vida de los demás como bandera. El Gobierno solo quiere hacer buena letra ante el Fondo Monetario Internacional y si el FMI ordena estas aperturas, hay que hacerlas.
El desconcierto se apodera de nosotros cuando los vemos superar sus propias marcas de brutalidad y salvajismo. Van más allá de lo que somos capaces de imaginar. Nos ganan. Porque, entre un celular barato y el hambre de una familia, hay diferencia. Porque, entre un celular barato y el exilio forzado, también. Porque, entre un país poblado aún en los márgenes de la comodidad y uno sin gente, sin habitantes, una provincia vacía, hay una distancia como desde aquí a Ushuaia.
No puede ser tanta miseria acumulada. Que bronca.
Marchan los obreros, marchan los vecinos, marchan por pan y trabajo. La tierra del fuego que hasta su diario se llama Diario del Fin del Mundo, vive envuelta en esa belleza que se cobra su precio en frío , en viento, y allí donde más allá no hay nada, lo que hay es un hombre sufrido y trabajador, y una familia que sabe de climas más favorables, pero sin embargo, es allí donde aprendió el amor, donde decidió su vida, donde cría a sus hijos.
Estar tranquilo, a buenas con la vida allí donde todo es más dificultoso, pero hay mucho amor.
Allí, donde estás a un paso de caerte del mapa, y que hasta ese sitio llegue el brazo robotizado del Gobierno para cometer ese daño absurdo, es un castigo de los dioses del cielo de Milei que, dolorosamente, parece que existen nomás.
De todas formas, quisiera preguntar: ¿hay alguien ahí? ¿Hay alguien ahí que prefiera un celular más, un celular mejor que tenga jueguitos, el mejor que se les ocurra, hay alguien que prefiera eso a la vida y al trabajo de miles de personas?
Porque si hay alguien con ese desprecio por los otros, Milei tiene razón y todo esto que he dicho, carece de sentido.