por Antonio I. Margariti
Economía para Todos
Plagiando a Plutarco podríamos decir que nacer no es necesario, educarse sí lo es (Necesse educationem est, natus non necesse). La palabra educación deriva del latín ex ducëre y significa: guiar y conducir al alumno para que abra su mente, entienda el mundo y pueda alcanzar el pleno desarrollo de sus potencialidades.
Empero, por desidia de los gobernantes, despiste de funcionarios y sobre todo la cruel actitud de gremialistas revoltosos, el sistema escolar en manos del Estado se encamina hacia una fulminante abolición de la educación.
Estos tres grupos: políticos, funcionarios y sindicalistas cargan con la enorme responsabilidad de embrutecer a las nuevas generaciones y que, dentro de 25 años, nos encontremos con una Argentina fracasada y un Estado fallido.
Todo ello sucede por una doble razón. La primera se refiere a la técnica de la administración y la segunda corresponde a la quimera de la didáctica progresista. Veámoslas por parte.
Por control remoto
El gran autor austríaco Peter Drucker, maestro del management moderno, nos enseña que desde el punto de vista de la ciencia de la administración, hay ciertas entidades que no pueden ser planificadas, ni dirigidas, ni gestionadas o controladas por una administración centralizada en el Estado o en un monopolio privado distante.
Entre esas entidades hay dos esenciales: las escuelas y los hospitales. Ambas tienen que ser administradas o gestionadas in situ, desde el lugar donde ocurren los acontecimientos, nunca desde la lejanía geográfica y menos por telecomando burocrático porque obrarían con desorden e injusticia y perderían eficiencia en medio de un enorme despilfarro.
Los motivos son claros y contundentes. Las escuelas y los hospitales son entidades basadas en experiencias que se transmiten de persona a persona. Su materia prima y producto terminado no son objetos inanimados, sino personas humanas. La educación y la medicina atienden a seres humanos autónomos, que deben ser tratados en su complejidad y entorno, con sus fortalezas y fragilidades. Cada alumno y cada paciente son casos únicos, irrepetibles e imposibles de ser estandarizados como si fueran clones.
Claude Bernard, uno de los mejores fisiólogos de la historia, tenía razón cuando dijo que no hay enfermedades, sino enfermos.
El tiempo y modo de la enseñanza o el de la clínica quirúrgica no pueden conducirse con la rutina de los trámites burocráticos en las oficinas públicas ni con la robotización informática apta para fabricar automóviles, porque se trata de niños, adolescentes y enfermos.
Por eso se suceden problemas irresolubles que, desde la distancia, no pueden ser corregidos acertadamente, como ser: malas praxis didácticas o terapéuticas, faltazos abusivos, permisos truchos por falsas enfermedades, violaciones a la intimidad espiritual de los alumnos o la privacidad de los enfermos, falta a deberes éticos por los docentes y quebrantamiento del juramente hipocrático por los médicos. Escuelas y hospitales son de imposible prestación óptima desde lejanas oficinas de un Estado incompetente. Tales son las sutiles, pero profundas razones por las que se renuevan desde hace años de huelgas, abandono de las aulas, crisis, caos y decadencia escolar sin solución de continuidad.
Desvaríos de la didáctica
En la actualidad estamos inmersos en una teoría didáctica facilista, cuyo principio pedagógico fundamental sostiene que la escuela debe otorgar favores y privilegios a los alumnos torpes o indolentes para que no se sientan inferiores a los inteligentes y trabajadores. Si obrasen de otra forma, serían acusadas por los progresistas, de fascistas y antidemocráticas.
La pedagogía populista impuesta por la demagogia de los políticos, sostiene que las diferencias entre alumnos deben ser disimuladas. En la escuela primaria, cuando un alumno es demasiado perezoso o lento para aprender lenguaje, matemática o ciencias básicas, la didáctica progresista pide que se le enseñe a amasar bolas de plastilina, para que no se aburra.
A esto lo llaman aprendizaje vicario o por modelado. Pero la mente de ese niño seguirá empantanada en un primitivismo intelectual que se proyectará toda su vida.
Salir de la encerrona
Con el fin de salir de la emboscada, el presidente Mauricio Macri, la gobernadora María Eugenia Vidal y los gobernadores involucrados debieran adoptar, ya mismo, medidas de fondo sin dilaciones. Darán instrucciones a sus ministros de Educación para convertir todas las escuelas oficiales, públicas y privadas en Sociedades Escolares Autónomas (SEA).
Tendrán un estatuto tipo. Llevarán libros contables y anualmente presentarán balances auditados por profesionales independientes. Podrán comprar, vender, arrendar o administrar libremente todos sus recursos sin depender de las amañadas licitaciones del Ministerio de Educación. Pagarán sueldos y cargas sociales, podrán incurrir en gastos de electricidad, calefacción, material didáctico, limpieza e higiene en las aulas, agua corriente, baños sanitarios, pintura y mantenimiento del mobiliario. Encargarán, contratarán y pagarán todas las mejoras edilicias, refacciones y ampliaciones del edificio escolar que sean necesarias. Las SEA estarán exentas de impuestos nacionales y provinciales, Impuesto a las Ganancias, IVA, Internos, Ingresos Brutos y tasas municipales. Su personal se constituirá con todos los docentes y no docentes que libremente acepten incorporarse a este sistema de escuelas organizadas, mediante la incardinación.
Las escuelas públicas de gestión autónoma elegirán autoridades por asambleas estatutarias según reglamentación uniforme. Cada colegio supervisará y evaluará la calidad de la enseñanza y el cumplimiento de las obligaciones docentes por los maestros y personal administrativo incardinado. El Poder Ejecutivo dictará un vademécum de observancia obligatoria denominado Reglas de Disciplina y Orden Escolar.
Los edificios escolares del Estado serán adjudicados a cada entidad autónoma en comodato, es decir sin devengamiento de expensas ni alquileres, por tiempo indeterminado mientras observen las reglas de disciplina escolar. Los recursos financieros de los establecimientos escolares autónomos SEA provendrán de fondos propios, de subsidios especiales en casos marginales, de donaciones particulares, de patrocinios de empresas privadas y sobre todo de la cuota mensual pagadera por los padres de los alumnos mediante 12 vouchers escolares individualizados que los Ministerios de Educación entregarán al padre de cada alumno inscripto. Fuera de la entrega del voucher mensual, los padres no tendrán otra erogación más que la correspondiente a los libros, guardapolvo y útiles escolares.
Los gobiernos, nacional y provinciales, volcarán íntegramente las partidas presupuestarias por todo concepto, directas e indirectas, explícitas u ocultas, existentes en los presupuestos, hacia un Fondo bancario del Sistema Educativo, independiente del Gobierno y depositado en Bancos para cubrir el valor de los vouchers emitidos.