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Opinión #Opinión

Anormalidad de lo Normal (Parte II)

Al margen de la sociedad, preso o al manicomio es la solución que hay en común como normalidad en las sociedades.

Hace un par de semanas culminamos la primera parte de esta nota con: 

 

“He ahí lo loco del mundo: La humanidad cree lo que le dicen que crea. Los discursos y prácticas que se pueden rastrear en distintas épocas determinan las reglas o normas dictadas a las comunidades y acatadas en menor o mayor proporción. Claramente esto resulta funcional a la sociedad, genera cierta aceptabilidad a conductas habituales siempre y cuando uno pueda cumplir con las reglas del juego. En los casos de los perdedores, tan solo por no poder ajustarse a las reglas del juego en común terminan siendo nombrados como “anormales”. Esa resistencia de aquellos que no alcanzan la proximidad al punto medio, habilita a muchos a creer que uno es normal, que es aceptado por la comunidad y permite distinguirse del “anormal”, que es rechazado y expulsado de la comunidad por no lograr ajustarse“.

 

Por suerte, así como los perdedores, hay personas que se resisten o rechazan la posibilidad de formar parte de una creencia unívoca. 

 

Es una suerte, porque realmente eso es lo que permite que se modifiquen las relaciones tomadas como normales, generando aceptabilidad a la anormalidad. Por supuesto que los cambios no se logran tan sólo de manera discursiva o con leyes que busquen regular las prácticas sociales.

 

El discurso que funciona sobre las cárceles es de reinserción, aunque mayormente parece ser tomada en su práctica como castigo para pudrir a los criminales. Tenemos una ley de salud mental que busca erradicar la institucionalización de los locos, llamada desmanicomialización pero que aún no se logra aplicar. 

 

En la práctica continúan existiendo aún los abandonos de personas por parte de los familiares en instituciones que al mismo tiempo los continúan abandonado dentro de ellas.

 

Entre esos anormales existe un psicólogo que trabaja en el Hospital Neuropsiquiatrico Borda de la Ciudad de Buenos Aires, llamado Alfredo Olivera. A principio de los años noventa comenzó con un delirio, un taller de Radio dentro del hospital con la participación de los “colifatos” (lunfardo porteño que significa loco) a la que los mismos “locos” bautizaron “Radio la colifata”. El “Proyecto Colifata” lo que hace es instalar una pregunta allí donde hay una certeza. La certeza es “loco = peligroso”, “loco=genio”, “loco=insensato permanente”. Por lo tanto, hay que apartarlo. 

 

“COLIFATA es… ¿Qué es? ¿Loco = que?”, reza su sitio web (https://lacolifata.com.ar/). Lo que permite, retomando sus palabras, no es tan solo una trasmisión del discurso colifato o loco; sino generar un espacio de escucha sobre aquello que tienen para expresar los internos respecto de la locura y todo aquello que la rodea (médicos, familiares, sociedad, terapeutas, enfermeros, etc.). 

 

 

 

También existen otros anormales, como el cantante Manu Chao que grabó dos CD’s utilizando partes de los programas de radio e invitó a los “colifatos” a formar parte de conciertos que realizó. En Santiago del Estero también hay gente que pone el cuerpo, de una u otra forma, trabajando por uno u otro motivo dentro del Hospital Diego Alcorta y otras instituciones que abordan las psicosis, autismos o padecimientos mentales crónicos. 

 

Me gustaría aclarar que esto no debería ser tomado como una cuestión de bondad ni nada por el estilo. Por mi parte, no busco generar una sensibilidad que abrace a la locura y a los locos sin más que apelar a la emocionalidad o empatía. 

 

Hay que ser más prudentes. Se trata de poder preguntarse en vez de creer, de considerar al otro aceptándolo desde su particularidad y no midiendo a través de uno con reglas externas que ni siquiera le son propias. Ser normal no significa que uno se construye un ser bueno ni tampoco anormal malo, es simplemente una distancia inventada para generar aceptabilidad por medio del rechazo. 

 

Se los traduzco: “Tengo que creer y actuar según lo que dictan los normales, demostrando mi repudio y rechazo a la anormalidad… no vaya a ser cosa que me tomen por anormal y me arrojen con ellos.”   

 

 

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