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Los partidos políticos argentinos detestan la democracia

Por Héctor Lovaiza, Lic. en Relaciones Internacionales.

El modelo que pretende instalar el presidente Javier Milei sufrió otra dura derrota en el Senado donde sus integrantes rechazaron la validez del DNU 70/2023, después de la habilitación de Victoria Villarruel, que provocó roces con el Presidente. La oposición al mega DNU obtuvo 42 votos a favor, 25 en contra y 4 abstenciones. De este suceso previsto en todo sistema republicano, democrático y federal, se pueden deslizar una serie de hechos que van erosionado el sistema político y que nos permite arribar a una fría conclusión: Los partidos políticos como instituciones fundamentales del sistema democrático, descrito en el art.38 de nuestra constitución, ha concluido. Esta caducidad no es tal en el sentido real y legal, esta finalización pretende describir la atomización de los mismos como también su paulatina exclusión como institución democrática y elemental para acceder al poder, agudizando la crisis democrática y de representación.

Una característica de la modernidad es el “individuo” como tal. Ese individuo ciudadano, con derechos y obligaciones en el marco de una relación con el Estado. Esta crisis democrática está disociando a ese ser individual en uno aislado, egoísta que persigue fines sin visión comunitaria. Los partidos políticos canalizan esas demandas individuales ante el Estado permitiendo la libertad y garantía del goce individual en un contexto social y de igualdad.

De esta situación emerge un interrogante: ¿se banaliza a los outsider de la política? Incuestionablemente sí. Esos sujetos populares, carismáticos, con prestigio, habituados a los medios de comunicación y que generan esperanza, están revolucionando y deformando la democracia y el sistema de representación. Estos desconocidos de la política poseen bajo nivel de conocimiento del funcionamiento del Estado, falta de capacidad para la articulación política, bajo nivel de conocimiento del funcionamiento del Estado, incapacidad para delegar y liderazgo demasiado concentrado en su figura e imagen.

El presidente Milei esta construyendo de manera planificada o aleatoria el régimen que pretende asentar. Los partidos políticos son una presa fácil de la crisis de representatividad que erigió al líder libertario. Este desmembramiento puede ser leído como un fortalecimiento democrático pero fácticamente implica la disolución de la democracia. Estas unidades pequeñas, sin discursos homogéneos y carentes de sustento ideológico e intelectual, como lo expresado en el debate parlamentario, es producto de esa banalización de los outsiders y de la no retroalimentación entre la política y las ciudadanía. Bienvenidos a la era de los mini-partidos políticos que detestan la democracia.

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