Joaquín Aquino, ciudadano paraguayo, pesaba un pedido de detención desde diciembre, pero recién cayó durante la tarde del miércoles. Dosis similares a las que consumieron las 20 víctimas fatales de la cocaína adulterada fueron encontradas en su búnker.
Sufrió una descompensación y no logró sobreponerse. Tenía prisión domiciliaria. Fue sepultado en Frías.
La Policía lo detuvo en un control, le requisaron el auto y descubrieron lo que parecía ser droga. Al abrir los paquetes, hasta el propio conductor descubrió la estafa y pronunció esa frase ante los efectivos. Así ocurrió.
Sin embargo, la pena que se le unificó en 28 años por una condena previa que tenía. Ese es el tiempo que pasará encarcelado.
