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La Provincia Una mala praxis cuando era apenas una bebé devino en su calvario

De estar “en el fondo del mar”, al "nunca bajar los brazos": la historia de Viviana

Debe someterse a una operación costosa, producto de una hernia que compromete sus órganos. Familiares y amigos organizaron una campaña para ayudarla a solventar los gastos. Este es su relato.

El calvario de Viviana Fernández comenzó cuando tenía poco más de un año de vida.

Era diciembre de 1989. Había viajado junto a su familia a celebrar la fiesta de la Virgen del Valle, en Catamarca.

Durante la peregrinación, a la bebé le dio un golpe de calor. Aldo, su padre, y Gladys, su madre, pegaron la vuelta inmediatamente a Santiago del Estero.

Viviana, deshidratada, fue internada de urgencia. Los médicos, sin entender qué sucedía, atinaron a pasarle suero. La bebé entró en coma.

Gladys, al ver que su hija no mejoraba, firmó un alta voluntaria y decidió internarla en otra clínica. Allí llegaron a una conclusión: le pasaron tanto suero dextrosado, casi sin goteo, que se le lavó el páncreas. El veredicto final: mala praxis.

Viviana hoy tiene 37 años. Trabaja como administrativa en el Ministerio de Salud de la Provincia. A pesar de que afirma que siempre trató de llevar una vida “normal”, se le notan las secuelas (más que nada físicas): perdió la visión del ojo izquierdo y le amputaron la pierna derecha y algunas falanges de ambas manos. “Nada me ha detenido”, dice.

Tocar fondo

Viviana empezó a usar insulina desde muy joven. La misma enfermedad la llevó a someterse a una intervención quirúrgica por una retinopatía diabética, cuando tenía 18 años. Tiempo después le dejaron de funcionar los riñones y le diagnosticaron nefropatía diabética. Inició con las diálisis.

La mujer comentó que ya perdió la cuenta de la cantidad de veces que los médicos le dijeron a su familia: “No sé si se revierte la situación”.

Viviana fue trasplantada de páncreas y riñón (la primera vez lo perdió 72 horas después de la operación).

Más tarde llegó el suplicio: la necrosis. “Me cocinaron a morfina”, recuerda. Sentía mucho dolor en las manos y en las piernas. Incluso llegaron a darle antidepresivos. En palabras de la entrevistada, la sensación de dolor se asemejaba al mismísimo infierno. Sus padres lloraban junto a ella.

Luego pasó lo que más temía: la amputación. “Ha sido tremendo tocar el fondo del mar y quedarme ahí unos meses, como en un estado de shock”, relató la mujer, quien, además, admitió que quiso morirse.

Pero no se detuvo. Entendió que debía levantar la cabeza, una vez más: en menos de 15 días abandonó el andador, y ya con su pierna ortopédica, se lanzó a caminar cual criatura.

Ayuda

Viviana siempre soñó con estudiar Psicología, pero la enfermedad se lo impidió. No obstante, no existe meta que fije y no cumpla: hace un tiempo comenzó a asistir a clases de entrenamiento funcional. Allí hizo muchos amigos, los cuales la tienen como un ejemplo.

La “ídola”, como también la definen, hoy necesita la ayuda de todos. Luego de la amputación de su pierna, se le produjo una hernia en la panza, la cual compromete sus trasplantes. Para dimensionar, es del tamaño de un embarazo de ocho o nueve meses. Los médicos le avisaron que necesita operarse de urgencia.

Como Viviana llevó adelante casi todos sus tratamientos en Córdoba, requiere viajar hasta allí; pero la situación económica la detiene.

Debe pagar, además de la operación: el pasaje, el hospedaje, los medicamentos, entre otras cosas.

La vida le pone otro obstáculo, pero sabe que cuenta con la ayuda de su familia. “Tengo mis bajones, pero me motiva verlos a la par”, admitió.

Sus amigos y compañeros también la apoyan: recientemente lanzaron la campaña “Todos juntos por Viviana”, la cual consiste en recaudar fondos para ella.

Quienes deseen colaborar se pueden contactar al +54 9 3855 19-7864. “Tengo un grupo de amigos que me acompaña. Me canso, pero tengo que seguir”, dice y no afloja.

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