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La Provincia #Medioambiente

El suelo: la importancia del cuidado de este recurso natural y vital para todos

Al respecto, brindaron su análisis el Lic. Darío Coria, el Dr. Carlos Kunst y la Dra. Roxana Ledesma (INTA), y la Dra. Sandra Bravo (UNSE).

Después de lo que fue la catástrofe climática en Corrientes –por los incendios forestales– Nuevo Diario pudo dialogar con el Lic. Darío Coria, acerca del impacto de este tipo de situaciones en el suelo y las propiedades y cuidados que debe tener el mismo, al ser un recurso natural vital. Coria trabaja en el INTA Santiago del Estero, en manejo sustentable de ecosistemas nativos con fines ganaderos.

 

En esta temática particular, colaboraron también la Dra. Roxana Ledesma y el Dr. Carlos Kuns, profesionales del INTA y la Dra. Sandra Bravo, de la Facultad de Ciencias Forestales de la UNSE.

 

Primeramente, dijeron: “En diversas partes del mundo, los fuegos de vegetación controlados (también llamados prescriptos) son muy utilizados con diferentes fines, entre los principales, mantener pastizales productivos, eliminar residuos vegetales, combatir plagas y enfermedades y reducir la cantidad de combustibles vegetales en lugares peligrosamente acumulados. Como contracara de ello, también son comunes los fuegos de vegetación no planificados y fuera de control que afectan grandes superficies y dañan a los ecosistemas y la economía humana”.

 

“Los fuegos de vegetación ocurridos en enero y febrero del 2022 en la provincia de Corrientes fueron excepcionales, por la enorme superficie afectada (más de medio millón de hectáreas) y porque ocurrieron en una provincia de clima húmedo y en la época normalmente más húmeda del año. La gran cantidad de combustibles vegetales acumulada, principalmente herbáceo, las escasas precipitaciones en los últimos 2 años, las elevadas temperaturas registradas desde fines del 2021 e inicios del 2022, propiciaron las condiciones para la proliferación de estos incendios, espontáneos o intencionales”, agregaron.

 

Además de la infraestructura humana, la producción forestal y agropecuaria y la fauna de dicha provincia, el otro recurso natural y de vital importancia que también pudo ser afectado fue el suelo. El suelo es la capa superficial de la corteza terrestre, “es la piel de la tierra. Es el soporte de los ecosistemas terrestres y de actividades vitales para la humanidad (producción de alimentos, vivienda, etc)”, remarcaron.

 

En los suelos saludables, los nutrientes para las plantas alcanzan las concentraciones más altas en los primeros 20-30 cm de profundidad. En regiones áridas y semiáridos, como Santiago del Estero, en esta profundidad es donde mayor humedad hay disponible para las plantas. Por lo tanto, conservar esta capa superficial del suelo es esencial para la sustentabilidad ambiental y productiva.

 

Los fuegos de vegetación pueden tener impactos de leves a severos sobre el suelo superficial dependiendo de la cantidad y tipo de combustible (no es lo mismo quemar pastos que troncos y ramas), la disposición de esos combustibles (en pie, o sobre el suelo), el tiempo que permanece el fuego en un mismo lugar y la temperatura alcanzada.

 

“Volviendo al caso de Corrientes, la mayor parte de la superficie quemada fueron distintos tipos de pastizales (algunos inundables) en un 79,3%, mientras que una parte menor fueron bosques (nativos e implantados) en un 6,8% y otras áreas en un 14%”, enfatizaron.

 

Los fuegos de pastizal, aunque pueden alcanzar temperaturas de hasta 600°C, normalmente son muy rápidos y no permanecen mucho tiempo en un mismo lugar. Esto, sumado a que la cantidad de combustible que se quema es más baja comparada con los bosques, determina efectos de nulos a leves en las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo. Incluso, la ceniza aportada puede mejorar la fertilidad del suelo.

 

Sin embargo, si las quemas de los pastizales son muy frecuentes (por ejemplo, todos los años), el aporte de mantillo al suelo se reduce, el suelo queda mayor tiempo desprotegido contra la erosión y la cantidad de materia orgánica y nitrógeno del suelo disminuye (se pierde fertilidad). Seguramente con las lluvias actuales los pastizales quemados ya se están recuperando, pero no deberían quemarse por al menos 3-5 años para evitar daños al suelo al suelo.

 

“Una quema de pastizal puntual normalmente no ejerce impactos negativos en el suelo, pero las quemas muy frecuentes sí lo hacen. En los fuegos de bosques (nativos o implantados), daños muy severos en el suelo superficial ocurren cuando hay una alta carga de combustible grueso sobre el suelo (troncos y ramas mayores a 7,5 centímetros de diámetro), agregaron. La clave para prevenir o detener esta erosión es conservar la cobertura vegetal, minimizando al máximo la presencia de suelo desnudo”, subrayaron.

 

Este tipo de residuos se generan por la senescencia de los árboles o como subproducto de prácticas forestales como raleos y podas. En Santiago del Estero, residuos leñosos gruesos se generan también como subproductos de los rolados intensivos para habilitar sistemas pastoriles y silvopastoriles. La quema de estos residuos leñosos gruesos a nivel del suelo genera temperaturas muy altas durante mucho tiempo en un mismo lugar (un tronco puede tardar días en quemarse por completo), y allí es donde el suelo superficial y toda forma de vida resulta muy dañada. Por ello, es importante gestionar el adecuado destino final de estos residuos leñosos gruesos, para evitar daños al suelo en caso de incendios no deseados. Por otra parte, cuando los árboles combustionan en pie, aunque puedan sufrir daños y muerte de sus tejidos, el suelo resulta menos afectado, incluso la lluvia de cenizas que se genera aporta también a la fertilidad del suelo.

 

Por otro lado, analizaron cómo es este recurso natural en Santiago, a lo cual indicaron: “Los suelos de Santiago del Estero evolucionaron principalmente a partir de sedimentos limosos (tamaño de grano entre la arena y la arcilla) que aseguran una buena provisión de nutrientes. Sin embargo, este material es naturalmente suelto y propenso a la erosión por acción del viento y el agua. Por ello, los suelos de Santiago del Estero son fértiles, pero también frágiles”.

 

Muchas áreas de Santiago de Estero son susceptibles también a la salinización de los suelos (ascenso de sales a la superficie), lo que limita la productividad de las plantas. En este caso, la presencia de cobertura vegetal también protege al suelo del ascenso de sales. En el área de riego de la provincia, el correcto manejo del riego es además fundamental para evitar el ascenso del nivel de las napas freáticas que también contribuye al ascenso de las sales a la superficie.

 

“La provincia de Santiago del Estero tiene una superficie 13.635.100 ha de la cual 42 % registra condiciones de salinidad y 58,55 % con susceptibilidad a erosión hídrica y eólica, de acuerdo al Atlas de Suelos de la República Argentina”, explicaron.

 

Por otra parte, la agricultura tradicional intensiva y el sobrepastoreo provocan la pérdida de la materia orgánica del suelo (el “humus”), que es el atributo más importante del suelo vinculado a su calidad para las plantas. La materia orgánica actúa también como un cementador de las partículas del suelo y su pérdida provoca que los suelos se suelten y compacten. Esto potencia los procesos erosivos y determina una menor entrada de agua en el suelo. El agua que ingresa al suelo es importante para la productividad de las plantas y para atenuar inundaciones.  

 

En última instancia, sostuvieron: “En Santiago del Estero, para cuidar el suelo es fundamental evitar el sobrepastoreo y utilizar prácticas agrícolas sustentables, como el laboreo mínimo del suelo, la rotación de cultivos, la cobertura vegetal permanente del suelo (o la mayor parte del año) y en suelos agotados el descanso de las tierras para que la vegetación natural mejore las propiedades del suelo”. 

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