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La Provincia #Historias

Quien fue ???El Negro Manuel???, ???el esclavo??? africano encargado de la Virgen de Luján

Cintia Suárez, escritora santiagueña, presenta este fin de semana una nueva y atraparte historia sobre la religiosidad argentina

Dos imágenes de la Virgen llegaron en 1600 desde Portugal al actual territorio argentino, una se quedó en Luján y es la patrona de la Argentina, y la otra siguió leguas hasta Santiago del Estero y fue consagrada como Nuestra Señora de la Consolación de Sumampa.

 

“El Negro Manuel”: un esclavo africano fue el encargado de que ambas imágenes llegaran en perfecto estado al suelo argentino.

Como los miles de esclavos que sirvieron en este territorio, “El Negro Manuel” fue apresado en África y comercializado en Cabo Verde, donde los portugueses habían establecido una base para la venta de esclavos. Después de semanas de un extenso e inhumano viaje, en 1629 los esclavos llegaron a Pernambuco, Brasil. Manuel fue comprado por el capitán de navío Andrea Juan y emprendieron el viaje con destino a Buenos Aires.

 

El capitán Andrea Juan tenía un pedido muy especial de otro portugués, su amigo Antonio Farías de Saá, quien por un intermediario le había enviado una carta solicitándole una pequeña imagen de la Inmaculada Concepción para la capilla de su estancia, en tierras santiagueñas.

 

Cumpliendo con el pedido, el capitán adquirió dos imágenes en Portugal, para asegurarse de que llegaran bien las embaló cuidadosamente a cada una, teniendo en cuenta que eran frágiles por ser de barro cocido.

 

En el viaje hacia Buenos Aires, “El Negro Manuel”, renovó sus promesas bautismales y tomó la Primera Comunión y allí fue nombrado como Manuel Costas de los Ríos, por ser este el lugar de su nacimiento.

 

El viaje fue difícil y tempestuoso, en agradecimiento, el capitán Andrea Juan le entregó su esclavo al marino Bernabé González Filiano, quien se estableció en la zona de Luján. Ya en Buenos Aires, Andrea Juan decidió emprender un viaje hacia el Norte para entregarle personalmente las imágenes a Farías de Saá.

 

El marino Andrea Juan decidió ir hacia Sumampa con los dos cajones, pero los bueyes no pudieron avanzar. El carretón no se movía de las inmediaciones del río Luján. “El Negro Manuel” propuso reacomodar los cajones. Entonces bajó una de las imágenes y los bueyes sin ninguna orden comenzaron a marchar. Es un milagro, dijeron los presentes. Manuel interpretó este hecho como una señal de la Virgen y que por lo tanto debía quedarse ahí.

 

Decidieron entonces que quedara en la estancia de Rosendo, mientras que el otro cajón con la otra Virgen siguió viaje hacia Santiago del Estero. Así empezó la veneración de la Virgen por los vecinos, Manuel fue el encargado de construir una pequeña capilla de adobe y paja. Por cuarenta años, los lugareños visitaron a la Virgen en la precaria capilla en la que “El Negro Manuel” permanecía día y noche y repetía: “Yo soy de la Virgen nomás”.

 

Con el tiempo, una dama de la zona, la señora Ana de Matas, compró la precaria capilla con la Virgen y con “El Negro Manuel”, por ser fiel servidor de Nuestra Señora de Luján. Mientras se construía una capilla más amplia, la imagen de barro permaneció en un oratorio y con el tiempo, cada vez más, se acercaban los devotos.

 

La tradición dice que muchas noches, Manuel notaba que la imagen no estaba en su lugar y que por la mañana la encontraba nuevamente allí cubierta, algunas veces con rocío, otras con polvo y barro y otras con abrojos y cadillos en su manto y vestido. Entonces, el negro le decía: “Señora mía, ¿qué necesidad tenéis Vos de salir de casa para remediar cualquiera necesidad siendo tan poderosa? ¿y, como Vos sois tan amiga de los pecadores, que salís en busca de ellos, cuando véis que os tratan tan mal?”.

 

Luego de tantos años de fidelidad a la Virgen, Manuel falleció en 1686 y antes de su muerte él advirtió: “Mi Ama, la Santísima Virgen, me ha revelado que he de morir un viernes y que al sábado siguiente me llevará a la Gloria”.

 

Finalmente, se cumplió esta profecía de la Virgen y Manuel fue sepultado en el Santuario de la Virgen de Luján, que ya se había comenzado a edificar.

 

“El Negro Manuel”, considerado testigo ocular del milagro y primer custodio de la sagrada imagen de Nuestra Señora de Luján y quien fuera uno de los tantos esclavos que sirvieran en estas tierras, va en camino a ser beatificado y canonizado, ya que en 2019 se abrió su causa en el Vaticano.

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