Hay mucha gente preocupada estos días entre los políticos, los empresarios y los magistrados. El escándalo Odebrecht, la constructora brasileña, amenaza con consecuencias imprevisibles, de revelarse quiénes recibieron los 35 millones de dólares pagados en coimas en la Argentina.
Por un lado desde el jueves la Justicia brasileña enviará las declaraciones de más de 70 ejecutivos brasileños, ya terminado el pacto de confidencialidad por el que se recabaron sus “confesiones”.
Por otro, el Gobierno negocia un acuerdo con la propia Odebrecht para que brinde información de quienes recibieron coimas a cambio del perdón para sus ejecutivos y la continuidad de sus contratos en el país, entre estos la multimillonaria obra de soterramiento del ferrocarril Sarmiento.
Todos desconfían de todos y hay acusaciones cruzadas. Del lado del kirchnerismo afirman que a Macri sólo le interesa la información de coimas pagadas a funcionarios del anterior gobierno.
En la Casa Rosada se habla de la preocupación —y desconfianza hacia las intenciones de Odebrecht— de parte del presidente Macri viene sosteniendo a rajatabla a su amigo Gustavo Arribas, el jefe de la AFI (ex SIDE), a quien el arrepentido cambista brasileño Leonardo Meirelles afirma haber pagado 850 mil dólares en coimas, en diez transferencias (Arribas cuando admitió haber recibido una sola por unos 70 mil dólares que atribuyó a una operación inmobiliaria en San Pablo).
Arribas se negó a declarar ante la comisión bicameral de control de Inteligencia, alegando hechos anteriores a su función pública. Y presentó una contradenuncia a Meirelles, a quien la Rosada dice que fue “plantado” para perjudicar a Macri y a Cambiemos.
“Cuando habla Fariña (por el valijero preso, ex de la Jelinek, que denunció a Lázaro Báez) es ‘super Fariña’, pero aparece Meirelles y es un impostor?”, dispara la diputada Teresa García, espada del bloque K.
El caso Odebrecht impacta en plena campaña electoral. Se afirma que un muy importante dirigente nacional se bajó de una candidatura segura previendo quedar salpicado.
Todo sucede mientras se perfila la batalla más interesante en el distrito decisivo, Buenos Aires, donde se da por hecho que Cristina Kirchner será candidata.
Hay que ver cómo se resuelve porque a la ex presidenta le parece impropio competir con Florencio Randazzo, su subordinado tantos años como ministro. “¿Nos vamos a tener que criticar en campaña?”, dice a los intendentes que la visitan.
También Sergio Massa que hizo un gran acto el jueves para presentar su acuerdo con Margarita Stolbizer saldría al ruedo. Lo entusiasma justamente competir contra Cristina. “Si aparece la vamos a volver a frenar”, recordó 2013 cuando ganó Buenos Aires contra el kirchnerismo, y sepultó el plan de “Cristina eterna”.
Randazzo por dentro, Massa por fuera apuestan a ganar y liderar el peronismo en 2019. Massa quiere polarizar él con la ex mandataria, la misma pretensión de Cambiemos con su campaña que tendrá eje en la supuesta disputa entre “pasado y futuro”.