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Opinión El Gobierno de la Nación termina su primer año con un respaldo estabilizado del 50% de la opinión pública

La confianza, a prueba de ???datos??? económicos

Ignacio Ramírez

Director de Ibarómetro

Un dato y un enigma: el Gobierno nacional termina su primer año suscitando un respaldo estabilizado de casi un 50% de la opinión pública. Ahora bien, dado el deterioro a lo largo del año de los indicadores socioeconómicos más “tangibles” -habitualmente vinculados predictivamente con las evaluaciones de gestión– el importante volumen de apoyo al Gobierno se convierte en un dato atípico, que desafía nuestro sentido común teórico, nuestros inerciales hábitos explicativos. Durante 2016 empeoraron de manera sostenida todas las percepciones económicas (sociotrópicas y egotrópicas, referidas al presente y al futuro) y sin embargo el apoyo al Gobierno nacional no sufrió, hasta el momento, sangrías significativas (ver gráfico). Quisiera cuestionar dos “teorías de la imagen del Gobierno” muy extendidas. A la primera, la llamaré “la teoría de la transgresión al contrato electoral”. Desde esta perspectiva, de sesgo opositor, las visible dificultades de gestión que ha mostrado Cambiemos en su primer año y la agudización de la situación social serían una elocuente evidencia de una estafa al contrato electoral. Por lo tanto, tales resultados “objetivos” derrumbarían por si mismos los umbrales de acompañamiento al Gobierno. Sin embargo, el apoyo no cae de manera que esta teoría merece algunas correcciones conceptuales. Los contratos electorales ya no son estrictamente programáticos. Al medir la percepción sobre el desempeño del Gobierno de Macri en las tres rutas discusivas que estructuraron su campaña electoral (Pobreza Cero, Combate al narcotráfico y unidad de los argentinos) encontramos calificaciones mayoritariamente negativas, especialmente en los dos primeras, y sin embargo entre quienes votaron a Macri no existe una percepción de “estafa electoral”. Entonces: ¿Cuál fue el combustible de las motivaciones del voto por Cambiemos? La motivación que dio contenido casi excluyente al contrato electoral fue el cambio, es decir, se trató un voto fundamentalmente destinado a cerrar la etapa política vigente hasta el año pasado. La segunda teoría, de sesgo oficialista, pone el acento sobre las expectativas. Se acepta que el Gobierno nacional tuvo un desempeño “modesto”, pero se le atribuye una destacada habilidad para revolucionar las expectativas de los ciudadanos. Sin embargo, los datos no respaldan la “Teoría de las expectativas”: en el curso del año el optimismo económico sufrió una hemorragia de más de 20 puntos; el porcentaje de quienes consideran que la economía del país estará mejor en los próximos meses pasó del 60% (enero) al 40% en diciembre, sin embargo la imagen positiva del Gobierno nacional continúa “indiferente” a la marcha de la economía.

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