
Las tradicionales casas en Japón son las construidas en madera, con puertas corredizas en papeles y pisos de tatami. A los ojos occidentales parecen ingenuas, incluso precarias, y suponen que la fragilidad de los materiales utilizados no garantiza la privacidad del espacio. Sin embargo, allí reside la esencia de la estética japonesa: los materiales básicos de las casas y jardines japoneses se inspiran en la naturaleza y su gran particularidad reside en la sorprendente capacidad —y necesidad— de proyectar la esencia misma de la naturaleza en los espacios.
En Japón, aquellas cosas que aparecen como contravalores de lo bello en sentido occidental aportarán una oportunidad para conocer otro tipo de belleza y ofrecerán una escena para ejercer la propia sensibilidad.
La sensibilidad en la estética japonesa se vincula con el carácter transitorio de la naturaleza y lo efímero de las cosas. Es por ello que el arte japonés encuentra una de sus mejores expresiones a través de elementos de las cuatro estaciones. El espacio se organiza en la búsqueda de una convivencia armónica con la naturaleza, en donde lo “natural” es más importante que lo “artificial”.
Esta estética suele visualizarse en espacios mínimos, incluso insólitos, para la mirada occidental, lo que logra situaciones de extrema elegancia y sofisticación.
Este tipo de materialidad no sólo genera una cierta gestualidad a los japoneses, sino que muestra una belleza particular vinculada con el entorno, el jardín y el paisaje.
El famoso libro “El elogio de la sombra” de Junichiro Tanizaki destaca la importancia de la sombra en la casa japonesa, al contrario de occidente, donde la existencia se posibilita gracias a la luz.
Un caso emblemático de la aplicación de la estética japonesa puede verse en los jardines de té de Japón. Resulta una exquisitez para conocer. No porque sea un paisaje grandioso sino por pequeños encantos de la naturaleza que se encuentran en cada rincón: musgos, camino de piedras, olor a bambú, ruido de hojas, un lavabo de piedra, entre otros materiales. Y ello es lo que hay que incorporar a nuestras casas occidentales para aportarles algo de la filosofía de la estética japonesa.