
Por primera vez en la historia, los argentinos hemos elegido a un ingeniero como presidente. En el Gabinete económico, muchos compartimos esa formación. No es casual. Es un símbolo claro de hacia dónde queremos avanzar: pasión por la industria y su capacidad de transformación social. Venimos de 12 años de falta de diálogo, de cepos económicos y productivos. Fueron años, además, donde quisieron convencernos de que todo era un juego de suma cero donde había que sacar ventajas en el corto plazo porque el largo no existía.
En 8 meses hemos resuelto muchos de los reclamos históricos que la industria demandaba. Sentamos bases sólidas: salimos del cepo cambiario y del default; eliminamos el régimen arbitrario de comercio exterior; redujimos las retenciones al agro, eliminamos las que pesaban sobre la industria y estamos bajando la inflación. El mundo entendió que comenzamos la tarea en el rumbo correcto y nos abre la puerta, con la visita de los principales líderes globales pero también con inversiones.
Desde el primer día escuchamos a la industria. Nos acercaron propuestas y damos respuestas.
La primera preocupación tenía que ver con las Pymes y hemos logrado una ley histórica para potenciar a las grandes generadoras de empleo de la Argentina. Eliminamos impuestos, mejoramos sus posibilidades financieras, fomentamos la inversión en capital, entre otras medidas. Las Pymes serán las campeonas del desarrollo y es fundamental que se haya logrado con consenso. La segunda preocupación de la industria era el financiamiento. La normalización de la economía ha permitido mejoras sustanciales en las tasas y plazos. Las grandes compañías están tomando créditos en el exterior a tasas muy convenientes y las Pymes tienen cada vez más alternativas. El BICE lanzó Mi primer crédito PYME, los bancos públicos lideran la oferta con tasas que mejoran y apuntan a desarrollar la producción. El Estado será protagonista activo en la transformación, por eso la tercera preocupación era el apoyo a las empresas argentinas para que sean proveedoras de obras. Establecimos un registro de proveedores del Estado y lanzamos el Programa de Desarrollo de Proveedores para industrias. Necesitamos garantizar al máximo la transparencia. Acompañamos a sectores estratégicos con mirada federal. Logramos la Ley Autopartista Nacional, que impulsa a las Pymes de la cadena de valor automotriz para que nuestros autos sean cada vez más argentinos. Trabajamos con AFIP para simplificar procesos y facilitar el comercio y creamos Agencias de Desarrollo Productivo.
Sabemos que han sido meses difíciles. Nuestro socio Brasil vivió una recesión sin precedentes que nos golpeó, pero también sabemos que la crisis tocó fondo. El mundo nos estaba esperando y encaramos esa tarea con inteligencia y responsabilidad. Tenemos extraordinarias posibilidades para venderle al mundo lo mejor.
En el país se acabó la dicotomía entre apertura y protección. Vamos a integrarnos al mundo de manera inteligente y gradual, cuidando el empleo. Juntos tenemos que lograr que todos mejoren. Con un plan. El Plan Productivo Nacional tiene un objetivo: Pobreza cero. Para lograrlo, necesitamos crecer de manera sostenida en la próxima década. Las medidas que lo harán posible se organizan en 8 pilares: Reducción del costo de capital; Mejora de las oportunidades de los trabajadores y de la productividad laboral; Plan de Infraestructura y Energía; Plan de Innovación y Tecnología; Equidad y eficiencia fiscal; Defensa de la competencia y la transparencia de los mercados; Integración inteligente al mundo y Facilitación administrativa y desburocratización. El Plan Productivo tiene un desafío muy importante en el norte. Por eso impulsamos el Plan Belgrano, que multiplicará las posibilidades de crecer. Santiago fue la primera provincia que visité como ministro e impulsamos junto con la Provincia un plan de obras de infraestructura que potencien su conectividad y permitan radicar más inversiones.
El Estado trabaja todos los días mejorando sus regulaciones, sus leyes, sus procesos, sus programas de financiamiento, su capacidad de dar respuestas y corregir los errores. Necesitamos que las industrias hagan lo mismo. Tenemos las puertas abiertas para el diálogo y para escuchar.
Sabemos que esta transición fue tan dura como necesaria y tenemos plena confianza en que este último trimestre va a ser mejor y en 2017 se va a volver a crecer con fuerza. Con la fuerza de la industria y toda la pasión argentina.