La acuciante crisis energética que presenta nuestra querida Argentina se presenta a la vez como una oportunidad para planificar y desarrollar políticas de Estado de mediano y largo plazo con el acento en la utilización de energías renovables. Así avanzan las principales potencias y nuestro país está en condiciones de subirse a este barco con perspectivas de liderazgo.
Según las conclusiones obtenidas por un informe que elaboramos desde la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER) será necesario instalar 1.500 MW de potencia por año para recuperar la reserva técnica de generación eléctrica y cubrir las perspectivas de aumento de la demanda. El programa “Renovar” que lanzó el Gobierno nacional a través de la Subsecretaría de Energías Renovables que conduce Sebastián Kind, es un paso en la dirección correcta, ya que, de concluir exitoso, permitirá la instalación de 1.000 MW hacia 2017, lo que significaría 1.500 millones de dólares de inversión.
Si bien es valorable esta iniciativa, además de avanzar en la construcción de grandes centrales eólicas, de energía solar, biomasa o mini-hidroeléctricas, es imprescindible trabajar en una nueva Ley de Generación Distribuida que permita a los consumidores particulares adquirir equipos para inyectar energía renovable a la red en los momentos que la generación supera a la demanda, facilitando el proceso con tarifas promocionales y créditos de los organismos financieros.
Varias provincias iniciaron este camino —Santa Fe, Salta, Mendoza e inminentemente Neuquén— y otras están estudiando el tema con interés de conseguirlo en este año, pero un marco regulatorio nacional es la vía más veloz y adecuada que permitirá un virtuoso desarrollo del mercado. Así lo revelan las experiencias de otros países. Con una nueva normativa, el sector eléctrico y la propia macroeconomía gozarían de importantes beneficios: la creación de miles de puestos de trabajo y el desarrollo de una industria local, reducción de la emisión de gases de efecto invernadero, ahorro de divisas por la no importación de combustibles fósiles, disminución de la presión sobre las redes eléctricas. Y desde el punto de vista social, sin dudas aumentaría la conciencia sobre la importancia del cambio climático.
Puestos de trabajo
Cumpliendo con el objetivo que plantea la Ley 27.191 de lograr que un 8% de la matriz eléctrica esté conformado por energías renovables, en Cader calculan que se crearían 60.000 nuevos empleos hacia 2017. En línea con estas propuestas, nuestra entidad está coordinando y colaborando junto con legisladores nacionales de distintas fuerzas políticas —FPV, FR, Cambiemos, Socialismo, UCR, Bloque PJ—, autoridades, y otras asociaciones del rubro, en la unificación de criterios sobre nueve proyectos de ley ya presentados en el Congreso Nacional que proponen la regulación de la Generación Distribuida.
La experiencia es realmente gratificante, dado que hemos encontrado gran vocación por parte de los legisladores, por eso esperamos en el corto plazo contar con una sola iniciativa resultante de un interesante proceso de consenso político.
Estas ideas se dan en un contexto propicio porque el costo de todas las tecnologías renovables vienen bajando sustancialmente de precio, en el mundo, al punto que en muchas economías, son más baratas que la generación eléctrica a base de combustibles fósiles.
Hoy son convenientes para Argentina en relación a la utilización de gasoil o fueloil importado, pero en pocos años las energías renovables desplazarán a las convencionales. Ya está pasando en el mundo y Argentina no será la excepción.
Para tomar dimensión del potencial local cabe destacar que la mayor parte del territorio nacional es apto para el desarrollo de la energía eólica. Y otro tanto para solar, biomasa y minihidroeléctrica.
(*) Presidente de la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER).