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Opinión #Diplomacia

Acuerdo de paz entre Emiratos Árabes Unidos e Israel, perspectivas y significados

Como anunció Trump este acuerdo representa un gran triunfo para su política exterior y quizá pueda ser considerado como el único triunfo de su administración; pero no por eso menor, ya que el mismo le podría servir como propaganda para la campaña presidencial que se avecina a mediados de Noviembre próximo

Agrandar imagen Los palestinos quedarán una vez más marginados de los beneficios de la paz y su población seguirá hundida en la pobreza y el subdesarrollo dependiendo de la ayuda internacional que cada vez será más difícil de obtener
Los palestinos quedarán una vez más marginados de los beneficios de la paz y su población seguirá hundida en la pobreza y el subdesarrollo dependiendo de la ayuda internacional que cada vez será más difícil de obtener

El jueves 13 de agosto pasado, el mundo se desayunaba con el anuncio de este histórico acuerdo de paz. Histórico no solo porque pone fin a un conflicto entre este estado árabe sunita, multimillonario en petróleo; y el Estado de Israel, una superpotencia tecnológica y militar. Histórico no solo porque abre las puertas a acuerdos similares con otros estados árabes y muy posiblemente con Arabia Saudita; sino también por las implicancias económicas y estratégicas que tiene este tratado tanto para el equilibrio militar, económico y político del Medio Oriente y del conflicto palestino-israelí como también por sus efectos a nivel mundial.

Como anunció Trump este acuerdo representa un gran triunfo para su política exterior y quizá pueda ser considerado como el único triunfo de su administración; pero no por eso menor, ya que el mismo le podría servir como propaganda para la campaña presidencial que se avecina a mediados de Noviembre próximo.

El acuerdo firmado incluye la normalización total de relaciones entre ambos países. Con párrafos específicos respecto de inversiones, turismo, vuelos directos entre las aerolíneas de bandera, seguridad, transferencia de tecnología, venta de petróleo y establecimiento de relaciones formales entre los aparatos de inteligencia de ambos estados. También acuerdos para la apertura de embajadas con intercambio cultural y universitario.

Más allá de los llamados formales por parte de Emiratos a que Israel retome las negociaciones con los palestinos, y a las declaraciones de que gracias a este tratado se anuló el proyecto de anexión de tierras de Judea y Samaria consideradas por Jerusalén como estratégicas, debemos decir en primer lugar que los grandes perdedores de este acuerdo son la Autoridad Palestina como entidad política.

De hecho, este acuerdo es un duro golpe a las políticas exteriores palestinas que consideraban al núcleo duro árabe un aliado incondicional para sus reclamos territoriales y políticos. La Autoridad Palestina ha perdido una vez más la oportunidad de ser socio en este acuerdo y obtener la tan ansiada independencia en parte de las tierras que reclaman como propias. Y esto es debido a la obstinación histórica de sus dirigentes tanto de la O.L.P. que gobierna en Judea y Samaria, como del movimiento Hamas que controla el enclave de Gaza luego de un golpe de estado en 2007.

Y es que han desaprovechado una vez más a principios de este año los ofrecimientos políticos para finalizar este conflicto. Acuerdos que vienen rechazando desde que Yasser Arafat firmo en la Casa de Blanca en 1994 los Entendimientos de reconocimiento mutuos. Y apostando a la violencia una y otra vez como luego de rechazar los acuerdos del año 2000 antes de la Segunda Intifada, los de la retirada israelí de Gaza del año 2003, y los de otros sucesivos acuerdos que nunca fueron cumplidos y a los que la dirigencia política palestina respondió con alzamientos militares y atentados suicidas contra población civil, lo que llevó a este país a responder militarmente causando desolación y estrangulamiento económico a esos territorios y sus habitantes.

Hoy luego de este tratado de paz entre Israel y los Emiratos, el movimiento palestino, preso de su alienación y del alineamiento con Irán y los movimientos shiitas como Hezbollah, se encuentra cada vez más solo. Luego de este acuerdo, que traerá una prosperidad económica que según los economistas israelíes será de una magnitud tal que elevará las condiciones sociales y económicas de los habitantes de la región. Se estiman inversiones directas provenientes de los Emiratos hacia Israel de 350 millones de dólares solo para lo que resta de este año.

Los palestinos quedarán una vez más marginados de los beneficios de la paz y su población seguirá hundida en la pobreza y el subdesarrollo dependiendo de la ayuda internacional que cada vez será más difícil de obtener. Irán es el otro gran perdedor de este acuerdo, ya que sus políticas expansionistas en la región (que incluyen su participación en la guerra civil del Yemen que lo llevó a la guerra contra Arabia Saudita) y de su participación en la guerra civil de Siria, de Irak, su influencia en el gobierno del Líbano y sus actividades contras las monarquías sunitas del golfo pérsico; han hecho que los países árabes ante el temor de sucumbir busquen la ayuda militar y de inteligencia de su archienemigo el Estado de Israel. Por lo que, como anunció hace unas semanas el gobierno de Estados Unidos este acuerdo de paz no será el único que se firmará en la región ya que se espera que Omán y Barhein sigan este ejemplo para asegurar su propia seguridad.

Otro factor a tener en cuenta según han detallado fuentes de inteligencia occidentales, son las amenazas iraníes a la circulación del petróleo mundial por el Estrecho de Ormuz y por el Mar Rojo que han hecho que Estados Unidos y Europa piensen en medios alternativos para poder mover el petróleo de esa región; sin exponerse al peligro de un cierre del flujo del crudo por parte de Irán que destruiría la economía mundial.

Siendo que este acuerdo de paz abre la posibilidad de establecer un oleoducto directo al Mar Mediterráneo que atraviese el Reino de Jordania (que se vería también beneficiado por el paso de las tuberías por su territorio y ayudaría a apuntalar la tambaleante economía de aquel país). Si es que Arabia Saudita lo autoriza pensando también en asegurar el flujo de su propio petróleo en vista a las amenazas y ataques iraníes a sus refinerías desde el Yemen (predisposición que acaba de demostrar al permitir pasar por su espacio aéreo en forma permanente, a vuelos comerciales Israelíes). Oleoducto que terminaría con salida al puerto Israelí de Haifa en el norte e Israel o al de Ashdod en el Sur, lo que aseguraría el abastecimiento mundial del petróleo en caso de una guerra regional, manteniendo los precios a niveles competitivos y convirtiendo a Israel en uno de los países más ricos de la región y del mundo. Tornando a este en el garante del abastecimiento mundial del crudo. Acuerdo que también podría servir en sentido inverso, asegurando una línea terrestre de abastecimiento de productos estratégicos a los países árabes del golfo en caso de conflicto o cierre de los pasajes marítimos por parte de Irán.

Es por esto que como se dice en los círculos diplomáticos internacionales, este es un gran acuerdo por el que seguramente se han terminado las botellas de whisky en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel y los pañuelos en las oficinas de la Autoridad Palestina.

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