Hemos asistido en estos días a episodios de corrida cambiaria: algunos pocos actores salieron a comprar más de 5 millones de dólares por mes. Hay uno que otro banco involucrado en la jugada.
El Banco Central tuvo que salir a intervenir fuerte para frenar un poco el alza. Desde principio de año se desprendió de casi 8.000 millones de dólares (un 14% de las reservas aproximadamente). Podrían enumerarse varios factores que explican esta situación. La suba de la tasa de interés en Estados Unidos hace que los flujos financieros del mundo vuelen hacia el país del norte. Esa menor cantidad de dólares presionan a la suba del precio.
La desregulación cambiaria es otro de los factores que explican la mini corrida. Que sumada a la liberalización absoluta para la entrada y salida de capitales, elevan la fragilidad del esquema financiero. En otras épocas los conocíamos por capitales golondrinas. Triste es la historia de las golondrinas cuando se van, porque su huida deja un tendal de perjudicados.
El déficit de cuenta corriente creciente es otro de los fenómenos que exponen las falencias del modelo de cara a los inversores (flujos especuladores) externos.
Alcanzó los 30.500 millones de dólares el año pasado y, este año el monto será aún mayor, marcando récords históricos. Esto significa que las importaciones son mayores que las exportaciones, creciendo las primeras más que las segundas. Esto genera dudas crecientes sobre la capacidad del país de repagar la deuda fenomenal que contrajo en estos casi dos últimos años.
Está claro que siempre hay un organismo internacional dispuesto a “confiarnos” créditos de última instancia: el gobierno nacional está negociando con el FMI un “blindaje” de unos 30.000 millones de dólares para afrontar futuras corridas. Claro está que el precio a pagar por este salvavidas de plomo es muy alto. El Fondo viene con su clásica receta.
El gobierno logró parar la corrida subiendo la tasa de interés al 40%, el valor más alto desde la salida de la crisis de 2001.
Eso y la promesa a los organismos calificadores de riesgo y a la banca internacional de profundizar el ajuste.
La consecuencia de elevar la tasa al 40% significa que los créditos personales o los que tomen las empresas rondará entre el 50 y el 100% (dependiendo de cuanta libertad les de el Banco Central). Esto significa todavía más enfriamiento de la economía y un corte en la cadena de pago. Según el Banco Central, el % de cheques rechazados viene en aumento desde 2015.
En enero de 2015/enero 2016 fue del 13%, 2016/2017 fue del 30% y 2017/2018 del 56%. De cuánto será después de esta pequeña crisis? Y mejor no pensemos en los ciudadanos que no están bancarizados y tienen que acudir a las cuevas financieras.
Otro efecto de esta alta tasa se sentirá en el pago en cuotas de las facturas de los servicios de energía. Caso del gas, por ejemplo, que pagando en tres cuotas tendrá esta carga adicional de intereses.
Los créditos UVA también se verán aumentados en estos porcentajes. El precio de los alimentos se está previendo que aumentarán un 6% de un solo tirón, al igual que el precio de los combustibles.
Lo que produce una segunda ola inflacionaria cuando estos costos son trasladados en parte o en todo a los precios finales al consumidor.
La consecuencia de más ajuste del Gasto Público se está estimando en $ 30.000 millones menos para este año en la Obra Pública, desinflando uno de los pocos sectores que había generado algo de puestos de trabajo. Pero también el mantenimiento de la meta de inflación del 15% significa que el ajuste vendrá también por el salario, es decir, por el trabajo. Y una vez que desplegamos la receta del FMI, una caja de sorpresas desagradables puede llegar a aflorar.
Tengamos esperanza
Ojalá que la situación del sector externo sea revisada por el Gobierno nacional, y que de un giro de 180°, por el bien de la industria nacional. Que el video que se hizo viral esta semana de los 24 camiones de caudales que iban desde el Banco hasta el aeropuerto sea viejo, o sea mentira.
Que no vuelva Domingo Felipe Cavallo a asesorar a un gobierno. Ojalá logremos darnos cuenta de que en el plan crisis unos pocos son los que ganan.
Tengamos la esperanza de que en las próximas elecciones nos demos cuenta de que esta historia ya la vivimos, y recordemos que no terminó bien.