Caen la imagen del presidente Macri, y las expectativas sobre el futuro. Lo dicen todas las encuestas. Hay luces amarillas de alerta en el Gobierno, que no pasa por su mejor momento: en una mala semana, la oposición logró reunirse casi toda para el quórum que forzó la discusión sobre tarifas en Diputados; y el salto del dólar con gran pérdida de reservas del Banco Central, complicando las variables económicas (inflación, tarifas, combustibles, acceso al crédito, etc). Los expertos señalan que fondos que entraron al país para la bicicleta financiera con jugosos rindes en dólares decidieron retirarse y desarmaron sus carteras en Lebacs (entró a regir un impuesto a la renta financiera), lo que obligó al Central a vender reservas que en realidad estaban “alquiladas” contra esas letras.
Como sea, el Gobierno tuvo que salir el viernes a subir la tasa a 30 puntos y a jurar contra todo manual que “no afectará la actividad productiva”. No puede dejar que se dispare todo cuando se negocian las paritarias con los principales gremios, que busca tener planchadas en 15%. Entre el “estamos en el rumbo económico correcto” al apocalípsis que plantean sectores de la oposición como el kirchnerismo (y sin tanto dramatismo el peronismo “de los gobernadores” también) hay un abismo. Vienen meses de malhumor social, porque los aumentos de tarifas están anunciados pero aún no se han aplicado y las facturas más gruesas del consumo del gas del invierno están todavía por venir.
El peronismo olfatea que tiene una oportunidad. Pero a la par de la caída de imagen del Gobierno ninguna medición muestra (alcanzaría con el simple análisis) la aparición de alguna figura con consenso suficiente como para disputar al oficialismo la presidencial en 2019.
La batalla por las tarifas podría ser test y punto de quiebre de la relación con esa oposición que el Gobierno necesita, la de los gobernadores que no son de su signo y que también tienen responsabilidades ejecutivas -y cuentas para pagar-. Por ahora viene de pelea: ese peronismo presentó junto al massismo el proyecto de “tarifas razonables”, y el Gobierno contestó con un proyecto para “limpiar” las tarifas de cargas provinciales y tasas municipales. Desde lo político el peronismo no K -que quiere meter una fórmula presidencial en el balotaje contra Macri en 2019- se juega esta vuelta que le dejen de colgar el mote de “oficialismo bis” ó “peronismo de Frigerio” (por su interlocutor frecuente, el ministro del Interior).
En el Gobierno no hay dudas: si avanza un proyecto antitarifazo, Macri lo vetará. En Diputados Cambiemos está prácticamente resignado a que habrá media sanción. Espera poder revertirlo en el Senado, pero parece difícil. Se discute en estas horas si acelerar el debate y dar vuelta pronto la página (como cuando Macri vetó la ley antidespidos en 2016) o esconder un poco el veto en junio, durante el Mundial de Rusia. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, dio su informe ante el Senado el miércoles y apeló a una frase de Cristina Kirchner en 2010, cuando justificó el veto al 82% móvil: “Quieren desfinanciar y quebrar al Estado”. La ex presidenta no se quedó para escucharlo desde su banca de senadora.