Sin lugar a dudas hay tres objetivos que son fundamentales para crecer. Esos objetivos son: rentabilidad, reinversión y expansión, todo lo demás que hace al movimiento económico, es consecuencia de estas tres palancas motoras para el proceso de crecimiento. Sobre esto debe hacerse hincapié, de lo contrario se estará en un círculo vicioso sin poder avanzar y, por el contrario, cayendo en consecuencias recesivas, como pasó muchas veces en la Argentina. Pero para poder transitar el camino hacia esos tres objetivos, lo primero que hay que hacer —como lo ha pedido reiteradamente la Iglesia— es establecer las condiciones para lograr una amplia concertación entre los principales actores de la vida nacional: Gobierno, industriales, productores rurales, gremios en su totalidad, empresarios, etc. Recién entonces, estarán dadas las condiciones básicas para aunar criterios, a fin de establecer las políticas y acciones que permitan respetar las condiciones que se fijen para llevar tranquilidad al mercado de capitales, a las inversiones y la producción, generando un crecimiento económico genuino y mayor mano de obra.
Ningún proceso económico puede ser exitoso si no está cimentado por el esfuerzo común de quienes son los responsables del rumbo político, económico y productivo de un país. Por eso es necesario que estos protagonistas de la vida y el destino nacional, consensuen las medidas que lleven a superar los escollos coyunturales, primero y principal, para hacer posible un desarrollo integral y para generar confianza y credibilidad en los inversores extranjeros. Esto es lo que le está faltando a la Argentina. A partir de la confianza en las políticas establecidas, sin las fluctuaciones y los imponderables que hasta ahora han imperado, se podrá retornar a la normalidad de la marcha económica y recuperar los índices de crecimiento que hasta no hace muchos años eran similares a las tasas chinas.
Desde luego que se puede recuperar aquellos niveles de crecimiento sostenido, pero para ello es indispensable comenzar a transitar el camino del consenso, que hasta ahora no es tan amplio y sincero como debería serlo; prueba de ello se trasluce en la disconformidad de la Confederación General del Trabajo por la falta de respuestas a sus reclamos por parte del Gobierno de Cambiemos y la convocatoria a marchas y paros, de no mediar un diálogo de entendimiento y concreciones de las medidas económicas y sociales que se vienen reclamando. Para los gremialistas, no sólo bastan las buenas intenciones y las expresiones de anhelo que puedan darse en una mesa de diálogo, sino de dar muestras concretas de políticas y acciones que den soluciones a los problemas y necesidades de la sociedad en su conjunto y de aunar esfuerzos a ese fin.