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Opinión Luego de dos años y 261 días

Central Córdoba no cayó, sino retrocedió un casillero

Como suelen ocurrir en estos casos, los interrogantes nacen para tratar de buscar la o las razones del fracaso.

Como en otras oportunidades, Central Córdoba atraviesa por un duro momento futbolístico al sufrir la pérdia de la categoría, esta vez la Primera B Nacional. Y lo que suele suceder en estos casos es que aparecen muchos interrogantes para encontrar la o las razones por el cual se retrocedió luego de tantas horas de trabajos.

 

Fueron dos años y 261 días que el "ferro" estuvo en la segunda categoría del fútbol argentino tras haber regresado luego de 23 años. ¿Fueron pocos los días? ¿Fueron muchos? Quizás fueron los que tenía que estar y seguramente hubo errores y aciertos en este tiempo de parte de todos, dirigencial, cuerpo técnico y jugadores. Lo cierto es que ahora llegó el momento de la reflexión, esa que te hace levantar como los grandes equipos lo hicieron y Central Córdoba es un grande del interior que -seguramente- se levantará pronto. 

 

No es una caída al abismo sino retroceder un escalón. 

 

Indudablemente, la dirigencia hizo lo que -a su opinión- era lo mejor. Arrancó con Marcelo Fuentes en esta última temporada y no estuvo a la altura de las necesidades del club. Desembarcó Gustavo Coleoni con el único objetivo de hacer un mejor trabajo y dejar al equipo en la categoría. Es cierto, hizo una mejor campaña que su antecesor, pero su trabajo no fue suficiente para alcanzar el objetivo. En definitiva, fue un fracaso.

 

¿Los jugadores también fracasaron?. Sin dudas que sí. Ellos fueron los que en el campo de juego deciden y obran por el bien del equipo. Claro está que al decir "los jugadores también fracasaron" es en el aspecto general porque hubo algunos puntos individual, claramente identificados, que estuvieron muy a la altura de las circunstancias como Leo Sequeira, Gabriel Fernández, Lucas Calviño, Hugo Vera Oviedo, Diego López, Martín Zapata, Hernán Lamberti, Cristian Vega por nombrar algunos. El resto navegó en la nebulosa de la mediocridad.

 

La falta de gol fue lo que ninguno de los dos entrenadores pudieron resolver, pero no porque no lo intentaron sino porque fueron los que tenían la misión de concretar, evidenciaron graves falencias para hacerlo como los casos de Osvaldo Miranda y sobre todo de Pablo Vilchez, que para nada justificó su estadía en un club tan importante como Central Córdoba.

 

Una cadena que no se rompió,  sino se aflojó algunos eslabones en su andar por este fútbol donde el resultado es el que manda y lamentablemente fueron los resultados los que condenaron a Central Córdoba a retroceder. Seguramente pronto volverá a estar en el lugar que debe estar.

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