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Opinión #Opinión

Colombia, ¿cerca de una revolución popular?

Colombia atraviesa uno de los períodos más críticos de su historia reciente. Con el nuevo intento de ajuste propuesto por el presidente Iván Duque bajo la apariencia de “Ley de Solidaridad Sostenible”, estallaron todos los sectores sociales que padecen la crisis y el clima social se tornó más espeso ante la falta de gestión e insensibilidad del gobierno central.

 

 

Por lo tanto, en Colombia no existen “protestas callejeras” como califican algunos de los medios dominantes de esta parte de occidente. Es un sistema injusto y desigual que está explotando. Entonces, estamos frente a una crisis orgánica porque es la impugnación general al bloque de poder neoliberal.

 

 

La desagradable novedad del ajuste ha venido acompañada de un dato que agravó más aún la situación de inestabilidad por la bronca social: el ajuste de casi 6 mil millones de dólares se iría por la canaleta de la guerra y los pactos espurios con la industria militar, quienes serían los únicos beneficiarios del cinturón apretado, más hambre y miseria.

 

 

Es decir, mientras en épocas de pandemia el gobierno colombiano intenta conseguir el equilibrio fiscal (uno de los dogmas más vociferados por el neoliberalismo), nada menos que en épocas de fuertes restricciones donde el mundo entero intenta estimular la oferta y la demanda desde el Estado, Iván Duque prepara la compra de aviones de combate por una suma casi similar, lograda a base de violencia y muerte.

 

 

Es una triste anécdota que, mientras las declaraciones de su principal socio político y comercial (Washington) están haciendo mella en todo el mundo por el replanteo capitalista y por lo tanto dejan en ridículo el Consenso Neoliberal y el plan trazado para esa parte de América del Sur, Duque y el uribismo sigan insistiendo con estas recetas por culpa de su propia ineptitud para gestionar los destinos de su población.

 

 

Es otro modelo de desigualdad que se cae al abismo de la mano de Washington y Wall Street, al igual que Chile, Perú, Ecuador y tantos otros experimentos en América Latina. Porque no se trata sólo de Iván Duque, ni siquiera del uribismo, que tiene tanta o igual responsabilidad en el desastre, sino de un eje que nos deposita en su socio norteamericano. El fracaso de este modo de hacer política está tocando fondo. Por último, conviene advertir a modo de detalle que en Colombia no existe la “clase media” como una potencia. Es un error conceptual. Por lo tanto, el ajuste de Duque está dirigido hacia los de abajo, que son los que siempre sufren más en épocas de crisis. Doblemente criminal porque la violencia tiene una faceta económica (ajuste brutal en plena pandemia) y otra mortal (asesinatos y represión).

 

 

En las democracias liberales suele acudirse a la fórmula “clase media” o a veces “clase media/baja” porque suena moralmente tranquilizador para quienes se autoperciben en escalones superiores al resto aunque padezcan situaciones de explotación y casi esclavitud. Pero la verdad es que, en estos modelos ultra-neoliberales, las mayorías sociales la pasan mal más allá de las etiquetas que utilizan los científicos sociales para calificarlas.

¿Está Colombia cerca de una verdadera revolución popular? El tiempo lo dirá. Lo cierto es que hay un momento constituyente de algo nuevo. No es del todo correcto decir que existe un “pueblo” en la calle porque ese pueblo hoy se está construyendo. Por ahora, es el momento de las masas. Es el momento populista donde las demandas insatisfechas se articulan en una cadena equivalencial para dislocar el orden existente a través de un significante vacío, como diríamos los laclaunianos. Ese significante vacío, ¿tendrá la capacidad de aunar los “afuera” del sistema político y social para federarlos y así fundar un nuevo orden?

 

 

Se está construyendo la historia, queda todavía mucho por escribir.

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