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Opinión #Negocios

Andate al carajo

Hay veces en que lo que para uno es una mala palabra y un insulto, para otro es un elogio. Pasa mucho cuando sos un emprendedor.

Agrandar imagen Pero no te olvides que desde el carajo se tiene un panorama más amplio.
Pero no te olvides que desde el carajo se tiene un panorama más amplio.

A nadie le gusta que lo insulten, menos sentirse insultado por perseguir un sueño; pero los insultos, las malas palabras, no existen.

 

Las palabras no son buenas ni malas. Una palabra es mala por una cuestión cultural, porque te han educado o enseñado o instruido de que tales o cuales palabras son malas. Pero en general todas las palabras son buenas. De hecho, hay para quien una palabra puede significar algo agradable y para otro no: Si tu pareja te metió los cuernos, su nombre es para vos una mala palabra; y es la palabra más bella para la persona con la que está ahora. Bueno…por lo general.

 

El tema es que aún seguimos manteniendo palabras que suenan como malas o blasfemias a pesar de que su significado se ha diluido con el tiempo. Y en esos casos, esa mala palabra creo yo se sigue utilizando porque nos queda un componente que hace al carácter en sí de una mala palabra.

 

En el folklore popular se habla mucho del “tonto del pueblo”. Recuerdo uno de esos relatos donde el individuo en cuestión pedía limosna. La gente le daba a elegir entre dos monedas, una de $1 y otra de $0,50. El elegía siempre la segunda opción.

 

Era parte de una rutina: todas las tardes se aparecía por el bar, la farmacia, el almacén  o deambulaba por la plaza y los transeúntes se mofaban haciéndole siempre el mismo planteo: le daban a elegir dos monedas y el siempre se quedaba con la de menos valor.

 

Un día llegó un forastero que viendo lo injusta de la operación intento explicarle al pobre muchacho que $1 era más que $0,5. Cuando se hubieron quedado solos, el tonto le contesto: “se contar; pero el día que prefiera la de $1, no me dan más”.

 

Y la gente le decía Tonto. Si te pones a pensar era quizá la única persona del pueblo que no se preocupaba ni tenía tantos dramas, que no sufría por cosas innecesarias. Paradójicamente, a la persona más feliz la denominaban con el calificativo “tonto”.

 

Ahora bien, ¿cuántos en momentos de enojo usan la palabra Tonto? Antiguamente se usaba la palabra Orate para definir al loco; pero Orate no cuajó en la actualidad. Quizá en Japonés o alguna lengua del sudeste asiático pueda significar algo; pero en español Orate no agrede. Y a la hora de insultar la gente dice una mala palabra con la intención de atacar.

 

Y vos no agredes acariciando con una caricia. Vos agredes con un golpe. Con el idioma pasa lo mismo: Una mala palabra tiene que ser contundente, su sola mención tiene que parecer insultante. Te tiene que servir como vía de descarga, quizá por eso la gente hoy sigue usando un término que ya no tiene sentido de ser utilizado como insulto: Carajo.

 

El carajo es el palo mayor de los barcos a vela. Irse al carajo era subir al puesto del vigía situado en lo alto, donde además de la altura, el frio y la exposición al viento o  la lluvia; el balanceo acentuado convertía en un martirio cualquiera las horas pasadas allí. Antiguamente “mandar al carajo” era una mala palabra por ser el lugar adonde enviaban a los marineros como castigo. Hoy se la utiliza por la fuerza que tiene. Pónganse a pensar: Suena como una catarsis.

 

Hagan la prueba y pronuncien “Tonto”, “Orate” y “Carajo”. ¿Cuál de las tres suena más como vía de descarga? Es una cuestión lógica.

 

Y para ser emprendedor, como propongo en el titulo te tienes que “ir al carajo”. Curiosamente lo que para otros es un insulto a vos es algo que te da fuerzas. Ir al carajo significa que vas a estar arriba, que te vas a alejar de los demás.

 

 La gente no va a entender cómo es que te voluntarizas para ir ahí. Todos te van a elogiar, te van a decir “que fuerza, que valiente”; pero ninguno va a querer subir con vos.

 

Subir al carajo significa que te vas a marear. Subir al carajo significa que vas a tener que hacer un camino entre donde están los demás y el lugar donde vos te vas a mantener. Subir al carajo significa que lo que para vos es un trabajo, a los demás les puede parecer un castigo.

 

Pero no te olvides que desde el carajo se tiene un panorama más amplio.

 

 ¿Qué da vértigo, puede llegar a marear? La realidad tiene su costo. Pero el que sube a ese lugar es quien probablemente visualice el destino antes que los demás. Incluso mucho tiempo antes de arribar a él.

 

Y emprender, ser disruptivo, no es otra cosa que tratar de ver aquello que, cuando bajes al contacto con el resto, vos ya estés hecho a la idea de una realidad que se viene; mientras los demás lo escuchen por los parlantes.

 

El armador griego Aristóteles Onassis llegó a ser en su momento uno de los hombres más ricos del mundo. En ocasión de una entrevista, le preguntaron cuál era su secreto para el éxito. Onassis señalo atrás del periodista y le preguntó: “¿Ve esa silla?”. El periodista giró su cabeza y al divisarla contesto: “Si, claro que la veo”. Onassis agregó: “Yo la vi primero”.

 

Ser emprendedor significa adentrarse en un terreno que para otros es mala palabra, porque ser emprendedor significa perderle el miedo a esa mala palabra y entender su significado real.

 

Ser emprendedor, significa adentrarse como forma de vida en un terreno que para los demás resulta un castigo.

 

Por lo que mi consejo para todos aquellos que quieran emprender es:

 

Si quieren tener éxito, junten valor y váyanse al carajo.

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