En un emotivo acto cargado de simbolismo, tradición y fe, la Legislatura de la Provincia declaró de interés provincial, social, cultural y religioso a la fiesta de la Cruz Catequista de Matará. El reconocimiento fue entregado en el marco de la tradicional celebración por la diputada provincial por Añatuya, Marcela Soria, al obispo de la Diócesis añatuyense, monseñor José Luis Corral.
La Cruz de Matará, una de las imágenes religiosas más emblemáticas de la provincia, es considerada un testimonio profundo de sincretismo religioso y artístico, fruto de la labor de los pueblos originarios durante los tiempos de la conquista española. Su talla, cargada de simbología catequística, representa una catequesis visual única en América Latina.
Año tras año, la celebración convoca a cientos de jóvenes peregrinos que, movidos por la fe, recorren distintos caminos hacia Villa Matará desde diversos puntos de la Diócesis. La peregrinación, que va más allá de una simple caminata, se convierte en una verdadera experiencia espiritual, de comunidad y de compromiso con la historia viva de la Iglesia en Santiago del Estero. La edición de este año estuvo marcada por una fuerte participación juvenil, signo elocuente de que las raíces religiosas siguen firmes en el corazón de las nuevas generaciones.
En este contexto, la cruz no solo representa la pasión de Cristo, sino también el anhelo de los pueblos originarios de integrar, a su manera, los símbolos del cristianismo con su propia visión. En palabras compartidas al finalizar la ceremonia, se rezó colectivamente: "Señor, la Cruz de Matará nos ofrece un llamado a la esperanza, nos reaviva el llamado a la misión, nos pone en camino y anima al encuentro con el hermano, desde lo que somos, desde nuestras raíces, nuestra esencia. Te pedimos que hagas más firme nuestra fe. Buen Jesús de Matará, ¡sálvanos!"
Este reconocimiento por parte del Poder Legislativo no solo legitima el valor de una celebración profundamente arraigada en el corazón del pueblo, sino que también destaca la importancia de preservar y promover manifestaciones de fe popular que configuran el alma colectiva de Santiago del Estero. La Cruz de Matará, con su historia, su mística y su pueblo peregrino, se convierte así en un faro de identidad y resistencia espiritual, en medio de los desafíos del presente.