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La Provincia El equipo de Nuevo Diario dialogó con sus autoridades y alumnos

Centro Educativo Integrador Nº 50, la institución que apuesta por la inserción de las personas ciegas

Reciben y atienden a niños a partir de los 45 días de vida. Brindan actividades de estimulación visual temprana, de orientación y movilidad, de la vida diaria, de uso y manejo del bastón, entre otras.

“Nosotros somos el puente para que ellos se puedan rehabilitar”. La frase corresponde a Alejandra Ayunta, vicedirectora del Centro Educativo Integral (CEI) Nº 50 para personas con discapacidad visual San Juan Pablo II.

Esta institución, próxima a cumplir 35 años, recibe y atiende a niños a partir de los 45 días de vida. Ayunta aclaró —en diálogo con el equipo de Nuevo Diario— que la estimulación visual temprana es importante para que el niño se pueda desenvolver como cualquier otro.

“Más allá de lo que cada uno pueda impartir con sus conocimientos, es un servicio para que los chicos y adultos se rehabiliten a pesar de la discapacidad visual, y vuelvan a insertarse en su vida cotidiana”, destacó la vicedirectora.

En el CEI también ofrecen actividades de orientación y movilidad; de la vida diaria (técnicas para que la persona ciega aprenda a desenvolverse en sus quehaceres diarios, como tender la cama o servir algún líquido caliente); de uso y manejo del bastón, entre otras.

Marcela Gerez, profesora de Educación Especial, está a cargo del nivel Inicial: “El objetivo es que los niños se habitúen a determinadas actividades”, comentó Gerez, quien especificó que proyectan hábitos a través de la música, las texturas y los colores bien definidos.

La profesora reconoció —entre lágrimas— que para “todos los que trabajamos aquí, esto es parte de nuestras vidas”.

Reclamos

Ayunta le contó a este medio que existe una ordenanza para que en los bares ofrezcan una carta en braille, sin embargo, no es cumplida.

“Deberían tener su carta en braille para que las personas con discapacidad visual puedan desenvolverse con una autonomía plena”, reclamó.

Barreras

La vicedirectora se refirió a la situación en el transporte público de pasajeros, una de las problemáticas más frecuentes.

“Cuando ven a una persona ciega en la parada de colectivos, ¿qué deberían hacer los choferes? Pararse y anunciar: ‘¡Línea 19!’, por ejemplo, para que la persona no esté pendiente de que un tercero le avise qué colectivo es. Muchas veces, a los que están esperando el colectivo, no les contestan”, enfatizó.

Según Ayunta, “hay muchas barreras que se van a ir derribando en la medida que esto se visibilice”.

La entrevistada consideró que además de las barreras arquitectónicas, también se pueden encontrar las actitudinales. “Si ustedes observan, cuando una persona ciega va con el bastón, lo primero que hace la gente es abrirse para no chocar. Son muy pocos los que ofrecen ayuda... Hay que ponerse en el lugar del otro”, sugirió.

Relato en primera persona: “Es volver a nacer, volver a aprender cosas nuevas”

Federico Argañaraz perdió la visión hace dos años, producto de la diabetes. “Es volver a nacer, volver a aprender cosas nuevas”, aseguró.

Argañaraz —45 años— aún mantiene su memoria visual, por lo tanto, puede orientarse en la calle; empero, reconoció que “si no iba a la escuela o no buscaba la manera de rehabilitarme, nadie iba a saber de mí porque iba a estar encerrado en mi casa”.

El hombre, quien se desempeñó como guardafauna, afirmó que a su casa no lleva problemas, sino soluciones: “¿Qué solución? Que mis padres vean que voy a la escuela, que estoy con mis compañeros y que eso me hace bien; que mi hijo me vea que ando en la calle, que tomo el colectivo o que tomo una gaseosa con mis amigos. Eso es llevar una solución a tu casa”, explicó.

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