
Cientos de santiagueños participaron ayer del Jubileo de los Catequistas, celebrado en el colegio San José de la ciudad Capital y en la Catedral Basílica Nuestra Señora del Carmen.
Vicente Bokalic Iglic, arzobispo de Santiago del Estero y primado de Argentina, ofició la misa. En su primera intervención, llamó a "mirar y conmoverse ante el sufrimiento de los hermanos", puesto que "estamos llamados a esto".
Vale mencionar que la peregrinación partió desde el pórtico del parque Aguirre y culminó en la Catedral.
"Ustedes son una fuerza evangelizadora que nos ayuda. Son colaboradores de primera mano para llevar el mensaje de Jesús. Nuestro mundo está hambriento de Dios, de pan, justicia, verdad y paz. Si falta Dios, falta todo. Al fin y al cabo, es Dios quien nos sostiene, nos da la vida, el que nos espera siempre. Nuestro Santiago del Estero necesita de ese Dios viviente", señaló Bokalic Iglic, quien estuvo acompañado por demás sacerdotes.
El arzobispo indicó que "necesitamos de ese Dios que nos muestra su misericordia". "El Año Jubilar es un año de misericordia; queremos experimentar esa misericordia de Dios que nos ama. Qué lindo es grabarse la frase de Pablo: 'La esperanza no defrauda'. ¿Por qué no defrauda? Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, recibido en el bautismo, en la confirmación", agregó.
El primado sostuvo que "cuando parece que todo se cae, que nada tiene sentido, que el mal nos supera en todos los órdenes, el amor de Dios reverdece, rejuvenece".
"Es la historia de la Iglesia de tantos siglos, tantos pecados, de tantas gracias. El testimonio más lindo son los santos, los de antes y los de ahora. Como dice (el papa) Francisco, hay mucha santidad entre nosotros: los santos de la puerta de al lado. Una mamá, una abuela, un doctor, un dirigente, un joven, un abuelo; tanta santidad, cuántos siglos de santidad", desarrolló.
El cardenal reflexionó respecto a "cómo reencontrarnos con este Dios que vive entre nosotros en un mundo cansado, que pierde la esperanza, que pierde el rumbo". "Nosotros tenemos ese tesoro inmenso: el haberlo conocido a Jesús. Ustedes, como catequistas, deben transmitir esa experiencia de Jesús, contagiar lo que ustedes vieron. Tenemos que compartirlo con aquellos que están tristes, que no tienen fuerzas, sumergidos por la pobreza, la marginación, el olvido", apuntó.
"Como decimos siempre, Dios no se deja ganar en generosidad. Cuanto más damos, más recibimos; y dar desde nuestra pequeñez, desde nuestro límite, desde nuestras faltas y pecados, porque no somos perfectos. Es la iglesia de mucha presencia de Dios, pero de muchos pecadores también", advirtió.
Monseñor llamó a los catequistas a dejarse "reconciliar". "Es Dios que sale a nuestro encuentro; nosotros nos apartamos. En este año queremos seguir viviendo el evangelio de Jesús, en los signos que él nos habla", visualizó.
"Nos dice Francisco: 'Jesús se hace cargo de los humildes, de pobres; recuerda el estilo de Dios: es la cercanía, compasión y misericordia; este es el estilo de Dios'. Tenemos que mostrar a ese Dios cercano, compasivo, amigo", acotó.
El purpurado expresó que "el Jubileo no solo es el reencuentro con ese Dios que me reconcilia, me perdona", sino que "eso tiene consecuencias sociales a la hora de impartir justicia, dar oportunidad a los pobres".
"En medio de tanta fragmentación, peleas, discordias. Como sociedad, estamos contagiados de eso, desde los mismos medios que buscan abrir brechas, discordias. Estamos enfermos de eso. Nosotros estamos llamados a crear puentes de paz, en la catequesis, en los pequeños grupos, en las comunidades", alentó.
Bokalic Iglic también mencionó que "Jesús nos abre los ojos, a veces enceguecidos por la vanidad, poder, honores, comodidades". "Nos enganchamos en tantas cosas que impiden ver la presencia de Dios y los rostros sufrientes de nuestros hermanos", notó.
Y amplió: "Cuando nos encerramos, nos buscamos nosotros mismos. Nos enceguecemos y perdemos el sentido. No somos capaces de mirar, de conmovernos ante el sufrimiento".
El arzobispo, por último, dijo: "No somos profetas de lamentos, somos profetas de la vida. Necesitamos recrear nuestras vidas para seguir apoyando tanto a los buenos que hay entre nosotros. Jesús viene a darnos un año de gracia, a decirnos: 'Yo te quiero, yo te amo, sos importante para mí'".