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La Provincia Sociedad

El frío extremo: ¿Cómo afecta a nuestra mente y rendimiento cerebral?

Profesionales destacan que las bajas temperaturas pueden afectar el rendimiento cognitivo y la salud mental.

Con la llegada de los días más fríos, es común sentir que las tareas cotidianas se vuelven un poco más cuesta arriba. Levantarse de la cama, ir a trabajar o incluso mantener la concentración parecen requerir un esfuerzo extra. Esta percepción de lentitud y menor actividad tiene, de hecho, una explicación neurológica y un impacto significativo en nuestra salud mental, según señalan diversas investigaciones.

Desde una perspectiva neurológica, la exposición a bajas temperaturas tiende a ralentizar la acción y transmisión de los impulsos del sistema nervioso. Esto se traduce en una reducción en la velocidad de los potenciales de acción, lo que puede manifestarse en movimientos más lentos y torpes, así como en una disminución de la sensibilidad en general. El cerebro, incluso sin que la temperatura corporal descienda a niveles peligrosos, ve afectado su rendimiento cognitivo.

En casos de hipotermia, cuando la temperatura corporal central cae a 35°C o menos, las consecuencias para el cerebro son aún más graves. Las personas pueden experimentar delirio, estados de confusión, desorientación e incapacidad para pensar con claridad o recordar información básica. Es el cuerpo intentando conservar energía, pero a costa de las funciones superiores del cerebro.

Un fenómeno común, aunque inofensivo, es el conocido como "brain freeze" o dolor de cabeza por frío. Este dolor agudo y breve, que afecta a una parte considerable de la población (especialmente niños y adolescentes), se produce al consumir alimentos o bebidas muy frías. Si bien es molesto, no implica que el cerebro se congele; es una respuesta sensorial de los nervios del paladar o un espasmo temporal de los vasos sanguíneos que suele desaparecer rápidamente.

Nuestro cuerpo cuenta con un sofisticado proceso de termorregulación que le permite mantener una temperatura central óptima, equilibrando la generación y la pérdida de calor.

Este mecanismo implica la piel, las glándulas sudoríparas, el sistema circulatorio y, fundamentalmente, el cerebro. El hipotálamo, una zona clave en el cerebro, detecta los cambios de temperatura y activa respuestas como el escalofrío (que calienta el cuerpo por fricción) y la vasoconstricción periférica (que contrae los vasos sanguíneos para conservar el calor). Estas reacciones son similares a las que experimenta el cuerpo ante el estrés, buscando conservar recursos. En definitiva, las bajas temperaturas pueden traer problemas serios de salud.

Frio Salud mental reactivación de obras en todo el país
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