Su fascinación por la música se dio desde muy chico. Porque en su casa siempre se escuchaba mucha música, incluso eran infaltables las reuniones en la casa de sus abuelos donde siempre había música. O había gente tocando algún instrumento y cantando. Es por eso que, Claudio Barrionuevo aprendió a amar y entender el arte de la música.
Hace más de 20 años que trabaja como docente de música, pero tiene el oficio de ser restaurador, junto al trabajo de calibrar y afinar instrumentos de cuerdas, entre ellos el piano.
“Mi pasión por la música viene desde pequeño. Escuchaba de todo, pero siempre soñé con hacer música, aprender de ese arte y dedicarme a eso. Por eso, estudié, sigo haciéndolo y formándome”, dijo primeramente en un diálogo con el Multimedio Nuevo Diario-LV11.
Tiene 41 años, está casado y su pareja también es profesora de Música; con quien tiene dos hijos y viven actualmente en el barrio Costanera I de ciudad Capital.
Desde la adolescencia comenzó a aprender y acercarse cada vez más a la música, los instrumentos de cuerdas, como la guitarra, violín, violonchello, contrabajo, pero siempre le atrajo mucho más el piano. Después estudió la carrera de Música, se recibió y se perfeccionó en lo que respecta a la afinación de los instrumentos y hace 15 años aproximadamente inició la labor de la calibración y afinación de instrumentos. Luego se perfeccionó y sigue haciéndolo en lo que respecta a la luthería.
Y hace cinco años que se dedica profesionalmente y acepta encargos a todo tipo de público, sobre su trabajo para afinación, calibración y/o restauración de pianos.
“Con el tiempo me dí cuenta que quería hacer esto. De dedicarme a la música. Cuando era joven, comencé a formar diferentes bandas de música. Luego llegó la etapa en que tuvo ponerme firme y me recibí de docente. Pero me sigo perfeccionando en estas tareas como lo de la música y luego la luthería, que es otro arte. Es un arte aparte, pero se complementan muy bien”, subrayó.
Actualmente no tiene proyectos con ninguna banda, pero se ha enfocado aún más en trabajos privados y por encargo, que lo ha llevado a tener un renombre y ser conocido en el ambiente. Pero ese arte y ese oficio se combinan de manera extraordinaria para poder recuperar reliquias de un proceso que está en el detalle.
Su docencia y el legado a sus dos hijos que aman este arte
Con gran orgullo, Claudio también comentó en la entrevista que sus hijos gratamente aprecian la música y se encuentran en proceso de aprendizaje de ese arte. Incluso del manejo de ese arte. Pero eso no es casual, ya que los mismos tienen esa pasión en la sangre.
Esto se debe a que, su suegra es nada menos que la famosa concertista Sara Reitich de Thumann, licenciada en composición del conservatorio ciudad de Rosario.
Su hija mayor, Elisa Carolina de 15 años, ya ha aprendido a tocar el piano, incluso toca temas clásicos; debido a que la abuela Sara les ha enseñado y les ha transmitido su pasión por la música. “Y son sus únicos dos nietos. Imaginate si no tienen a la mejor maestra. Y desde pequeños que vienen absorbiendo lo que es la música, por mí y mi esposa, luego su abuela, es mucho y todo”, dijo.
Y el menor, Francisco José, que se ha inclinado por la flauta traversa. “Me hubiera gustado que aprenda a tocar el saxo, pero bueno, parece que le ha gustado ese otro instrumento”, explicó.
Por otro lado, Claudio es docente en la Escuela Primaria Virgen del Carmen, del barrio del mismo nombre. Y además, explicó que años atrás daba clases en educación especial, lo que lo ha marcado para siempre. “Me ha enseñado mucho el trabajar en educación especial, porque entendí que la música no tiene fronteras y atraviesa todo”, aseguró.
