
Bruno Larocca, autor del libro “Voces, Tiempo, Verdad”, y Jorge Kehiayan, sobreviviente a la tragedia de Cromañón e integrante de la agrupación No Nos Cuenten Cromañón, visitaron ayer el edificio del Multimedio Nuevo Diario - LV11 para dialogar respecto de lo ocurrido el 30 de diciembre de 2004 y los sucesos posteriores.
Vale mencionar que Larocca, oriundo de Buenos Aires, arribó a Santiago del Estero con el propósito de presentar su libro (sucedió ayer, en El Observatorio). El escritor, en cada encuentro, es acompañado por algún -o algunos- sobrevivientes a la tragedia (además de Kehiayan se sumó Diego Cocuzza).
- ¿Cómo les va con la gira de presentación del libro?
- Larocca (L): “La idea es llevar la voz de los sobrevivientes y tener contacto directo con el público. Que participen, que se saquen todas sus dudas porque, a casi 20 años de la masacre de Cromañón, todavía hay que hacer un ejercicio sobre la memoria para que nunca más vuelva a ocurrir. También buscamos derrumbar un montón de mitos que quedaron instalados ese 30 de diciembre. Más allá de que haya terminado el juicio y se hayan cumplido las condenas, hay una cuestión que tiene ver con un daño moral. Debemos dejar en claro la verdad y hacer honor a la verdad. Estas actividades siempre las hacemos con sobrevivientes, que son los testigos directos de lo que sucedió esa noche. Son los héroes que salvaron vidas”.
- Kehiayan (K): “Durante muchos años empezamos a ver que nuestra voz no era escuchada, que no se nos abrían las puertas en los medios para que podamos difundir qué era lo que habíamos visto esa noche. ‘No Nos Cuenten’ arranca en, más o menos, 2005/2006 porque empezaba todo un aparato mediático, político y judicial a decir cosas o a instalar mitos que no habían sucedido esa noche. Empezamos a juntarnos, a ver que éramos cada vez más y que podíamos armar una agrupación y sumar fuerzas para tener más voz. El libro es ‘Voces, Tiempo, Verdad’ porque con el paso del tiempo estamos pudiendo empezar a mostrar esa verdad de todo lo que había pasado esa noche. La agrupación siempre se dedicó a dar charlas para concientizar a los jóvenes sobre lo que había sucedido y la importancia de cuidarnos entre nosotros porque el 30 de diciembre de 2004 hubo una ausencia total del Estado que prefirió llenarse los bolsillos con corrupción antes que cuidar la vida de esos 194 y de todos los que asistimos ese noche al recital”.
- ¿Con qué se encontraron en cada provincia que visitaron?
- L: “Nos encontramos con un público interesado en conocer parte de la historia porque la información que tienen es muy escueta. Tiene que ver con algunos mitos muy puntuales. Este es un libro informativo. Hay muchos otros que tienen que ver con historias personales, la tragedia o la opinión de comunicadores que no tenían mucha conciencia de lo que pasaba en un recital ni cómo se vivía el rock and roll en 2004. Los vemos muy expectantes en conocer un poco la historia y el testimonio de los sobrevivientes”.
- K: “Tratamos todo el tiempo de transmitirle a las nuevas generaciones qué fue lo que vivimos, más que nada para que no se vuelva a repetir. El objetivo de todo esto es que no haya nunca más un Cromañón. Tenemos que estar atentos a cuando vemos irregularidades o cosas donde el Estado no está funcionando o está prefiriendo llenarse sus bolsillos antes que cuidar la vida de todos. Con el libro quisimos dejar una huella, más allá de que todo sea digital, para la posteridad de todo lo que sucedió y todo lo que nos tocó vivir”.
- ¿Cuál es su análisis de lo sucedido?
- K: “Argentina es un país muy extenso. El objetivo de esta gira es concientizar esto, porque no solo es a nivel del rock. Puede pasar con una conexión eléctrica que no esté bien, que hace un cortocircuito y termina incendiando algo. Puede pasar cualquier cosa, en cualquier momento y en cualquier circunstancia. Lo importante es que tengamos la posibilidad y la capacidad de saber que esto puede suceder y que hay que estar atentos a ciertas normas de seguridad. Ese lugar no tenía que estar abierto esa noche. La desidia del Estado permitió que Cromañón, con un montón de irregularidades, como que los extractores de aire estaban tapados porque el dueño del lugar quiso hacer una cancha de fútbol arriba y el Gobierno de la Ciudad permitió que eso esté o las puertas de seguridad, que estaban cerradas esa noche, o que no estaba la habilitación para determinada cantidad de gente”.
- L: “Todos hablan de una bengala, pero, en realidad, ¿fue un artefacto de pirotecnia? Un cortocircuito también hubiese producido un incendio de la misma magnitud. Pasó por una candela que explotó arriba de la media sombra y que prendieron fuego los paneles acústicos que estaban flotando en el techo, pero, si se hubiese producido un cortocircuito o una falla de la electricidad, también hubiesen muerto un montón de pibes esa noche”.
- ¿Qué me pueden decir de los prejuicios de la época?
- K: “Que éramos unos jóvenes irrespetuosos, irresponsables, que prendíamos bengalas. No es que el público del rock era irresponsable y que éramos todos unos borrachos que no sabíamos lo que hacíamos. Tuvimos que saltar todos esos prejuicios durante muchos años, explicando lo que había pasado para poder recién sacar este libro y decir la verdad completa”.
- L: “Para correr el ojo del centro político, se criminalizó a la juventud. Aníbal Ibarra, el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires era uno de los políticos con mayor proyección a nivel nacional. Se hablaba de una carrera, hasta el momento, destacada, con un futuro presidencial y un montón de cosas. O sea, era un cuadro político muy importante y había que correr el ojo y ponerlo en una banda de rock. Que la política quede de lado de lo que había ocurrido, cuando ese lugar funcionaba a metros de la Casa de Gobierno y de la Casa Rosada, de forma irregular, con 12 de 15 matafuegos vencidos que no funcionaban, con puertas de emergencia que estaban trabadas con candados y alambres, con una habilitación que había sido dos veces rechazada, con un sistema de habilitaciones que funcionaba mal en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con todo tipo de boliches: de 238 boliches había casi 220 que no cumplían con las normas de bomberos”.
- ¿Cambio algo en la sociedad?
- K: “Al día siguiente de Cromañón, todos los bares, boliches, cines y teatros tuvieron que cerrar sus puertas porque no estaban acorde a la habilitación que tenían que tener. Eso ya demostraba que estaba todo mal. Con el paso del tiempo se fueron ablandando un poco las restricciones del principio del pos-Cromañón. El sistema político y el sistema judicial se fueron cubriendo de que las consecuencias de esa noche lleguen a los verdaderos responsables. Todavía falta un camino por recorrer y hace falta redoblar esfuerzos para que esto no vuelva a suceder y la gente tome conciencia de que la pirotecnia en lugares cerrados no van más”.
- L: “Cromañón es un poco la historia de Argentina: algo que funciona de forma muy irregular, casi de manera clandestina ante los ojos de todos, hasta que pasa un acontecimiento triste en el que mueren 194 jóvenes y la decisión inmediatamente es cerrar todo. Y cuando cerrás todo, de alguna manera, reconocés que hubo un sistema que estuvo funcionando mal. Con el correr del tiempo de ablandaron un montón de medidas que se tomaron, que llegan a que, por ejemplo, en un recital de La Renga, en un espacio abierto, muera, también otro chico por una bengala náutica (2009)”.