Al costado de la Ruta Provincial Nº 6, a escasos cinco kilómetros de Pampa de los Guanacos, se observan postales de una realidad distinta dentro del mismo y agreste paisaje santiagueño. Es la realidad diaria que escriben los miembros de la Comunidad Menonita de Santiago del Estero, quien hace 20 años arribó a estas tierras procedente de México para hacer de las más de áridas 6.000 hectáreas en las que habitan un rincón lleno de misterios, productividad y laboriosidad.
Todo tiene un orden. El obispo es la máxima autoridad del lugar, quien junto al gobernador y el vicegobernador llevan adelante la comunidad que está dividida como en cuatro pequeñas comunidades y en cada una de ellas hay una escuela y una iglesia en las que comparten momentos comunes.
Cada familia tiene su tierra, su simple y bella vivienda, sus animales, su carro de tracción a sangre, su actividad laboral y especialmente sus vacas para alimentar la cooperativa tambera que forma el principal ingreso económico de la comunidad.
Un total de 130 familias y más de 770 habitantes tiene en pleno 2017 esta laboriosa comunidad. Todos tienen cosas para hacer.
La actividad básica de la comunidad menonita es la labranza y el cultivo del campo así como la crianza y explotación de diversas especies animales.
Aún conservan sus principios históricos: mantienen cerradas sus fronteras al avance tecnológico y los modernos medios de comunicación, no hacen uso de la energía eléctrica salvo para las tareas laborales específicas y las mujeres no tienen trato con personas que no integran la comunidad, salvo que el jefe del hogar lo permita.
No resulta difícil distinguirlos del resto de los criollos de la zona. Camisa manga larga a cuadros, sombrero y pantalón carpintero en el caso de los hombres de todas las edades. Las mujeres, por su parte, usan el vestido floral, el pañuelo sobre sus cabezas, el sombrero con cinta alrededor y medias. En cada hogar sus miembros han desarrollado un sinnúmero de otras habilidades y oficios y estos servicios se realizan dentro de la propia comunidad o hacía afuera, como ocurre con el caso de don Isaac, quien es mecánico y tornero y ha hecho importantes trabajos en municipios vecinos.
Lejos quedó en el tiempo esa forma de vida aislada completamente del resto de la sociedad. Cualquier persona puede ingresar a la comunidad y vincularse con los miembros varones de la misma. En cada casa el jefe de hogar habla al menos entiende y se deja entender en castellano.
Productores de una deliciosa variedad de quesos
La principal actividad en la que todas las familias de la comunidad participan es en la producción de leche para favorecer la fabricación de una deliciosa variedad de quesos, que se venden en grandes cantidades en esta provincia, Tucumán, Buenos Aires y Chaco.
Cada una de las familias tiene en su casa su propio tambo y cada una aporta determinada cantidad de leche diaria para la Cooperativa La Rosa, en la que se producen los quesos y son comercializados al público. La misma está nutrida de electricidad permanente a través de un generador, debido a que poseen maquinaria industrial, una cámara frigorífica y otras herramientas propias de la actividad.
A metros nomás se encuentra un almacén de ramos generales y las oficinas de la cooperativa que está a cargo de su tesorero Juan Klassen, quien orgulloso mostró todas las instalaciones. Todos los días, las familias sacan los recipientes con la producción de leche y luego son trasladados a la quesería en un carro para su procesamiento.
El INTA busca potenciar el desarrollo productivo
Desde 2012, técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) acompañan a la comunidad menonita, a fin de potenciar el desarrollo de los sistemas de producción tradicionales que acostumbran a implementar
Esta comunidad realiza tradicionalmente un sistema productivo ganadero mixto, a través del cual se dedica a la cría de ganado mayor bovino para lechería, pero fue implementando otros sistemas como el porcino, aves, producción de huevos y siembra de pasturas destinadas a la alimentación del ganado.
En ese contexto el INTA, a través de la AER de Sacháyoj, ha logrado un vínculo con dicha comunidad a través de los diferentes programas como un proyecto Profeder para el mejoramiento de los sistemas de producción tradicionales de la zona de Sacháyoj y desde 2014, con el proyecto adaptación y resiliencia de la agricultura familiar del noreste de Argentina ante el impacto del cambio climático y su variabilidad. Actualmente, existe un pre-proyecto Profam de Valor Agregado para la Colonia Menonita y un grupo de Cambio Rural. También se cuenta con 7 promotores voluntarios del programa Pro-Huerta dentro de las 130 familias.
La comunidad menonita no sólo es receptora de los diferentes programas que el INTA posee en el territorio, sino también a través del vínculo ha logrado una activa participación en diferentes ámbitos propuestos por INTA.