Se celebra el Día del Bibliotecario. Este fue otorgado por el Congreso de Bibliotecarios, reunidos en Santiago del Estero en el año 1942 y eventualmente fue instituido a nivel nacional, en 1954, mediante sanción del decreto Nº 17.650/54, en homenaje a los bibliotecarios de todo el país.
Debido a la fecha, Nuevo Diario dialogó con Mirta Pastoriza, presidenta de la Biblioteca Sarmiento, y Melci Ocampo, directora de la Biblioteca 9 de Julio.
La Biblioteca Sarmiento fue creada en 1888 y es la más antigua de Santiago del Estero.
“El objetivo de las bibliotecas surgió a partir de la muerte de Domingo Faustino Sarmiento. Una comisión de vecinos forma una organización con el objetivo de poder hacerles llegar a los vecinos el conocimiento y la historia con más facilidad”, comentó la presidenta de la biblioteca.
“Este terreno se compra con una donación de $ 3.000. Para la época esta fue una obra monumental. Este lugar está organizado por una comisión de vecinos, personas como yo que quieren dar su tiempo, que les gusta la cultura, les gusta conservar las reliquias del pasado, entre otros, es un voluntariado”.
Mirta, a pesar de ser presidenta de la Biblioteca Sarmiento por cuarta vez no se considera bibliotecaria, pero sí es docente, lo cual en cierta manera la llevó a elegir este camino: “La docencia es una esencia en la personalidad. Uno nunca deja de ser docente. Me gusta leer y me gusta hacer todo tipo de aporte en el que puedo lograr que la gente se interese por la lectura”, manifestó.
“Yo la amo porque a mi secundario lo hice viniendo a estudiar aquí, a esta biblioteca. Entonces tengo una ligazón especial. Gran parte de mi vida ha pasado por aquí”.
¿Se van a extinguir?
“Deben existir, adaptándose a los tiempos, pero deben existir. Es un servicio que se le da a toda la población sea el sector que sea. Es un acceso libre y gratuito al saber. Brindan oportunidades y son un estabilizador de la sociedad, aquí todos somos iguales”, concluyó Mirta Pastoriza.
Melci Ocampo, directora de la Biblioteca 9 de Julio es poetisa, escritora y docente santiagueña.
“La gente, cuando va y compra un libro pide papel. Esta es una costumbre que nunca se va a extinguir. Y cuando vas y pides un libro, pides dos, pides tres, pides cuatro; en una biblioteca uno tiene esa posibilidad, la de observar todo el panorama que lo rodea y elegir a gusto”, expresó.
“En los estantes no están los libros, sino corazones que esperan que los acaricies. Eso es maravilloso”.
Entre charlas sumamente interesantes y llenas de historia, cada tanto Melci recitaba poemas de producción propia, creando un ambiente casi mágico.
“Todas nacieron de la misma manera, por la necesidad de los vecinos, del encuentro, del lugar de estudio. Yo no tenia cómo comprar libros, y gracias a la biblioteca pude leer”, finalizó Melci Ocampo.