Pablo Maraglia es un artesano, docente y artista salteño, especializado en accesorios e instrumentos andinos (erques, zampoñas, quenas, quenachos, entre otros).
Maraglia lleva 35 años dedicándose a este oficio. En su ciudad natal da talleres a jóvenes y niños con un proyecto inclusivo, enfocado en aprender los sonidos y a tocar los instrumentos de “nuestras raíces y tradición cultural”.
El artista lo ve como una forma de contención hacia los más jóvenes, especialmente, en la “sensibilidad musical”.
Existe la teoría de las inteligencias múltiples (7), dentro de ella están: la lingüística, lógico-matemática, espacial, corporal, musical, intrapersonal e interpersonal.
“La musicoterapia es transformadora. Hay puntos energéticos en el ser humano que son activados mediante el sonido, lo cual es lo que yo vengo haciendo en mi recorrido, y quiero comunicarle al mundo”, explicó el docente.
Pablo contó que está realizando un “viaje sonoro”, el cual está integrado por diversos tipos de sonidos provenientes de distintas culturas conectadas con los andinos, por ejemplo, australianas, japonesas, africanas, afganos, entre otros, con el objetivo de “despertar y entrelazarlos con los demás sentidos como una columna vertebral, para crear una nueva experiencia”.
Maraglia busca explicar la historia de estos y expandir sus conocimiento musicales y espirituales al resto de las personas.
Todos los instrumentales son de producción propia en Salta, hechos a base de caña, siguiendo el ciclo lunar de la misma (el cual hace a la “calidad” del sonido), madera, cerámica y huesos (tibia de llama y de suri), para el conocimiento de prácticas ancestrales.
ND: ¿Qué lo llevó a elegir este camino?
PM: Tiene mucho que ver mi espiritualidad, mi búsqueda interior y el haber crecido en una familia musical. En la niñez hay ciertas cosas que lo marcan a uno y a mí me marcó la música. El mejor paisaje que puede tener un niño en crecimiento es un instrumento a mano”.
Es su primera vez en la Feria Artesanal de Santiago del Estero, pero no la última. Dice tener gran admiración por la cultura santiagueña y nuestras expresiones.
“Se está viviendo algo muy lindo en Santiago. Hay propuestas maravillosas, desde lo estético, los paisajes, las comidas y la hermandad que posee con otras provincias”.
En cuanto a comidas manifestó ser amante de las empanadas y el locro, pero por sobre todas las cosas fanático del chipaco y el moroncito.
