“Cuando era chica, a la hora de la siesta, no quedaba en la casa ni una sola persona (salvo yo) despierta. A veces algún hecho inesperado rompía la tranquilidad y había que salir corriendo, contárselo a quien se pudiera: ninguna cosa –triste, hermosa o terrible– tiene sentido si nadie más la está viendo”, Río, Claudia Masín.
Ayer, el Colegio del Centenario recibió la visita de la poetisa y psicoanalista para compartir una jornada de arte e introspección con los alumnos de 3º, 4º y 5º año.
Al empezar, el coro de la institución recreó una rendición de “Disfruto” de Carla Morrison, una de las canciones favoritas de la artista.
Masín de Resistencia, Chaco, Argentina, empezó hablando de su introducción a la lectura y escritura durante su niñez. “Yo leía muchísimo, pero leía narrativo. Agoté la biblioteca de mi colegio, porque desde muy chica me gustaba mucho leer. Leí todo lo que estaba a mi alcance en mi casa y todo lo que había en el colegio. Me recuerdan (los estudiantes) esos tiempos en los que empecé a escribir mis primeros cuentos”.
Un número de alumnos fueron elegidos por sus docentes para leer fragmentos de poemas de la poetisa a través de sus “susurradores”, cilindros creados de cartón, decorados a su gusto, que cumplen la función de susurrar poemas a los oídos de personas.
“¿Viste cómo llueve? Llovió así toda la noche y a cada cierto tiempo yo te hablaba, estuvieras donde estuvieras, aunque fuera en el extremo más inalcanzable de la tierra. Cuando llueve así, toda la noche, te decía pareciera que el mundo fuera a desprenderse de su eje, pero la sorpresa más inmensa es que el vendaval termina y todo permanece como estaba, apenas un poco de desorden que lentamente se transforma en armonía”. Cuando llueve así.
Seguido se dio apertura al foro de preguntas por parte de los presentes. Matías, de 1er año pregunto: -“¿en qué piensa usted cuando escribe un texto? Masín:-“Cuando escribo no pienso demasiado, o por lo menos no en el sentido en que uno piensa en la vida cotidiana. Mas bien lo que aparece es una necesidad, como una fuerza muy potente que me lleva a querer decir algo, y eso se da de a poco, y generalmente me sorprende”.
“Una noche, cuenta mi mama, encontró a mi abuela leyendo la guía telefónica. Evidentemente ya de ahí viene cierta locura y más que nada cierta locura por la lectura. Yo no entendía nada pero leía lo que encontraba. El amor por la poesía apareció a partir de un libro que era de narrativa, pero estaba escrita de una manera tan diferente, tan particular, que cuando lo leí dije- yo quiero eso. Quiero eso para toda la vida. Yo quiero poder escribir así.”
Lucas, de 2º “¿alguna vez perdió las ganas de seguir escribiendo? Masín:- “Me pasó un montón de veces. Más que perder las ganas, cuando uno termina un libro entras como en un duelo. Uno siente vacío total, porque venias trabajando hace mucho tiempo en algo, pero dura solo un tiempo. Al final uno siempre vuelve a escribir. Los poetas tenemos fama de vagos, pero no es así, solo que es mucho más difícil hacer un horario de oficina en la escritura, especialmente la poesía. Cuando uno trata de forzar un poema es espantoso lo que sale. He tirado a la basura tantos poemas que en experiencia propia puedo decir que es cierto”.
“En la adolescencia, no sentía que perteneciera en ningún lado. La lectura y la escritura me dieron ese lugar. Fue una profesora de lengua y literatura la que por primera vez me dijo que yo podía hacer esto. Me habilitó. Me estaba mintiendo, no era buena, pero como yo la respetaba mucho le creí y persistí. Ana María, con quien todavía estoy en contacto, fue la que me dijo- anda por ahí, anda por ahí que vos puedes”.
La poesía como fuerza de sanación
Al final de la conversación con los alumnos, Claudia Masín mantuvo una conversación exclusiva con Nuevo Diario, donde allí le preguntamos sobre su próximo proyecto, como piensa en las metáforas que usa y su infancia.
“Estoy escribiendo por primera vez un libro de narrativa, una novela de no ficción. Va a ser una colección donde van a participar varias personas, y todos somos personas que nacimos en pueblos o ciudades pequeñas y nos hemos ido a una gran ciudad. La consigna es trabajar sobre la idea del regreso, cómo cada uno piensa o experimenta ese regreso. Al ser de no ficción me obliga a pensar en cosas de mi propia historia”.
“El tema de la infancia aparece mucho en mis escritos. En mi caso no tuve una demasiado feliz, entonces a través de la escritura yo puedo reparar eso que está roto. Poder crear arte a partir de eso ayuda a sanar”.
“Los ojos de los que estamos continuamente al borde de la caída o del tropiezo, no saben despegarse de la tierra. De qué sirve una belleza material que no pueda tomarse entre las manos como una piedra y ser llevada siempre encima del cuerpo igual que esos objetos insignificantes que un niño acarrea consigo donde vaya”.
“A mí me interesa que mi poesía pueda ser entendida por todos, que no sea difícil o inalcanzable, y las imágenes o metáforas ayudan a que eso se logre. No quiero ser leída solo por otros poetas, quiero poder llegar a mucha más gente, y que lo que la poesía hizo por mí lo pueda hacer por otros. En mi vida fue un fuerza de sanación y me conectó con la vida”.