Cuando los niños del jardín de infantes municipal “Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa” regresaban del patio del Indio Froilán, sintieron curiosidad por lo que había detrás de las coloridas paredes que cubren a la comunidad Tonocotés “Auqajkuna”. Entre otras ocurrencias atinaron a decir que era un hospital, un jardín, un hogar de niños (…).
Desde la institución educativa decidieron entonces iniciar un proyecto para conocer a esta comunidad de descendientes de nuestros aborígenes que, lejos de aislarse, abren sus puertas a toda la sociedad, e incluso turistas, para que conozcan su cultura.
Reina Isabel Sosa, la camache (denominación bajo la cual se conoce a quien “resguarda la vida de la comunidad”) explicó que viven en la comunidad 23 familias que llevan adelante una vida “como la de cualquiera, nada más que no tenemos una iglesia propia, solo nuestra espiritualidad”.
“Esto quiere decir que siempre estamos mirando para arriba pidiendo a nuestros ancestros y a nuestra madre, la pachamama que es la tierra que nos proteja y nos guíe”. A diferencia de lo que suele pensarse-y quizás por motivos históricos- los Tonocotés están en permanente contacto con el resto de la sociedad.
Los niños y adolescentes asisten a la escuela, mientras que sus mamás y abuelas se dedican a la gastronomía para mantener los gastos de la casa.
Reina comentó que sale poco. No hay nada que se lo impida, sino que aún le cuesta alejarse del lugar y prefiere quedar a cuidar la comunidad.
Además recuerda que hace décadas vivían “escondidos porque mi padre nos ha criado así, nos pedía que no digamos qué somos hasta que la sociedad nos ha dicho ‘aparezcan, tienen que demostrar lo que son’”.
Una pariente lejana de Mercedes Sosa
Entre las tantas historias que Reina podría relatar, contó sobre su parentesco con la fallecida cantante y compositora Mercedes Sosa. “Mis abuelos vinieron de Matará y se quedaron aquí. Un hermano de mi abuelo se fue Tucumán, él era el padre Mercedes Sosa”, explicó.
Hilando recuerdos se refirió a su papá y a una de sus hermanas que murió ahogada en el canal. “Tenía nueve años, se cayó porque antes no había puentes; los hacían mi papá y mi abuelo con un palo”.
Rememoraba también las épocas en las que hacían trabajo de gran exigencia física. “Mi papá vivía de la caza y de la pesca, de hacer adobe, carbón, de sacar ripio. Nosotros éramos como varones haciendo lo mismo a la par, ayudándolo siempre”.
Hoy, Reina prefiere que los niños de la comunidad no trabajen y dediquen sus energías a estudiar.
Crearán un museo y una “salita”
Dentro de poco, la comunidad Auqajkuna contará con su propio museo y una sala de primeros auxilios. La camache señaló que conservan elementos de sus ancestros y armaron un proyecto que recibirá ayuda del Gobierno para construir un museo. También trabajan en la creación de una sala, no sólo para las familias Tonocotés, sino para cualquiera que necesite el servicio.