Una mujer de 33 años, madre de dos hijos de 5 y 4, está desesperada ante los incontables hechos de violencia de género que soporta en manos de su incalificable ex, de apellido Barraza y domiciliado en Alsina y Pasaje 334 del barrio Libertad.
Ayer a la siesta, la víctima se presentó en sede policial de la Comisaría 45ª para radicar una nueva denuncia en su contra. Según indicó ante los efectivos, mantuvo una relación con el denunciado hasta hace 4 años, cuando decidió ponerle fin al vínculo, lo que marcó el inicio de su calvario.
Cuando el romance llegó a su fin, el violento se mudó de vivienda pero regresó en varias oportunidades para agredirla y amenazarla. Lo denunció tres veces y las tres veces fue aprehendido; sin embargo, pasa unos días en un calabozo y es liberado nuevamente, para volver a someterla a una verdadera tortura.
No puede estar en paz, pues convive con el miedo de ser golpeada o, incluso, asesinada por el incalificable. La última vez que lo denunció fue en mayo, lo llevaron a la colmisaría y en 20 días ya estaba otra vez en la calle.
Le impusieron medidas de prohibición de acercamiento y contacto, y también le colocaron una tobillera electrónica, aunque se la sacó.
El pasado miércoles 16 de agosto, cuando la víctima fue al negocio de una amiga, el golpeador la abordó en la calle e intentó estrangularla, lo que fue impedido por ocasionales testigos.
Ayer, aproximadamente a las 11.30, cuando la mujer estaba en su vivienda, se hizo presente Barraza con un martillo en sus manos y otro elemento de metal —la víctima no alcanzó a distinguir qué era—, y la increpó: "¿Por qué has salido anoche? Seguro ya tienes nuevo macho. Yo no pienso darte más plata para los chicos", le espetó.
La damnificada entró al inmueble para tomar su celular y activar el botón antipánico, pero por la fuerza, el individuo también ingresó y forcejearon. Ella sufrió un golpe en la espalda. Cuando quiso cerrarle la puerta, el violento le lanzó el martillo, que por fortuna no la impactó.
En todo momento, Barraza la amenazaba de muerte y le prometió que volvería. La mujer está desesperada y ya no sabe qué hacer ante el peligro real que para su integridad física y su vida, implica que el golpeador esté suelto.
Ninguna de las medidas adoptadas hasta ahora sirvieron.
