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La política no es una actividad colegiada

No hay títulos académicos ni habilitantes (Por Héctor Lovaiza, Lic. en Relaciones Internacionales).

La Argentina presidida por Javier Milei es un cambalache (prevalencia del desorden y el ruido) político, económico, social y cultural que lejos está de la democracia. Este desconcierto sumó un nuevo capítulo en estos días a raíz de una muy inapropiada declaración de la diputada nacional Natalia Zaracho, y la calificó de esta manera no en un sentido despectivo sino en el ejemplo y emulación que puede devenir en amplios sectores a los que ella representa, al afirmar que no le gusta estudiar a la par de no haber cursado el secundario. Este último es consecuencia de un sistema económico y social que la relego ahora, ¿afirmar que no le gusta estudiar como excusa para no cursar y terminar el secundario teniendo las herramientas que el Estado le brinda?

Pero en este entramado hay una yuxtaposición de puntos que denotan y reafirman la concepción clasista y xenófoba de la actual administración política nacional, tanto que evoca al “aluvión zoológico “del diputado nacional Ernesto Sammartino hacia el acaparamiento del pueblo peronista en los amplios sectores públicos. Y me atrevo a profundizar más al afirmar que este clasismo envilece el debate de la tecnocracia como condición de sofisticación de la administración y ejercicio político del Estado. Y quiero aclarar, antes de proseguir, que la actividad política en el Estado no es una actividad colegiada, y mucho menos la política en su esencia. Nuestra Carta Magna no fija como requisito para el ejercicio parlamentario (Diputado y Senador) en sus artículos 48 y 55 el poseer un título académico (secundario o técnico/universitario). Esto permite afirmar la no obligatoriedad en la finalización de estudios en los diversos tramos del aspecto educativo para acceder al Parlamento, misma condición merece, según el artículo 89, para ser elegido presidente o vicepresidente de la Nación. Ante esto, ¿garantiza la titulación académica el saber técnico, administrativo y éxito en la actividad política? Claramente no. Evo Morales apenas detentaba la primaria lo cual no fue impedimento para su exitosa presidencia elevando a Bolivia a niveles de crecimiento inédito. Domingo Cavallo ostenta un doctorado en economía, lo que no impidió generar la catastrófica situación económica en la década del 90 producto de sus políticas. Este legítimo debate, que en el fondo tiene como objetivo el conocimiento del ejercicio de la cuestión pública, es degradado, por la cosmovisión clasista y excluyente. La arremetida de la canciller Mondino es la ratificación de esta postura. Es innegable su repertorio académico pero que no se condice con su conocimiento de las relaciones internacionales. Es oportuno debatir sobre el gobierno de los técnicos, la política implica conocimiento convencional, científico y práctico, lo cual no garantiza un título académico, pero no minimiza la suma importancia del saber. El país y su población necesitan de decisiones políticas que favorezcan a las clases media y baja. Para eso es elemental tener conocimiento y sensibilidad aún sin titulación.

Javier Milei Opinión
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