Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Opinión La tasa de participación tuvo un notorio incremento

Los evidentes cambios en la oferta laboral

Gerardo García Oro

Bastión Digital

La última información difundida por Indec acerca de los indicadores fundamentales del mercado de trabajo, correspondiente al segundo trimestre de 2016, sitúa la tasa de desempleo en un 9,3% de la población económicamente activa (PEA); lo cual proyectado para el total nacional representa aproximadamente a 1,8 millones de personas desocupadas.

 

Este guarismo merece algunas consideraciones relevantes. Por un lado, que la tendencia alcista en la tasa de desempleo ocurrió frente a un contexto macroeconómico adverso a lo largo de los primeros trimestres del año. En éste, las intermitencias económicas conllevaron la pérdida de puestos de trabajo, suspensiones y reducción en el número de horas de actividad laboral, sumado a una caída del salario real (ocasionada ante la escalada inflacionaria) que implicaron una contracción en términos reales de los ingresos de las familias. 

 

Por el caso, la masa de ingresos fijos de los hogares, tanto aquellos provenientes de retribuciones laborales, como de jubilaciones y programas sociales, cayó en términos reales en un 7,2% en interanual, entre el primer semestre de 2016 e igual período de 2015. Esto se reflejó también en una retracción de indicadores de consumo masivo como el Índice de Venta de Supermercados relevado por Indec.

 

Por otro lado, entre los indicadores laborales informados por el organismo oficial de estadísticas, se observa un incremento en la tasa de participación laboral (tasa de actividad), calculada como la proporción de personas ocupadas ó desocupadas respecto a la población total. Este indicador pasó de un 44,5% de la población total en el segundo trimestre de 2015 al 46% en idéntico periodo de 2016. Es decir, unas 800 mil personas se incorporaron al mercado de trabajo en búsqueda de un empleo.

 

No obstante, los datos muestran que no todas estas personas lograron dar con un trabajo, de allí que también esto contribuya a engrosar el nivel de desempleo detectado por la encuesta. Esta premisa se sustenta con la observación de que se produjo en términos interanuales una significativa reducción en la población inactiva (y también un incremento en el desempleo) entre poblaciones que regularmente (y por barreras estructurales del mercado de trabajo) presentan menores niveles de participación laboral, entre los que se incluye a mujeres y jóvenes.

 

Las estadísticas en este sentido exhiben que mientras la tasa de actividad entre varones se encuentra en niveles estables a lo largo de los últimos años (cercana a un 70% cuando se considera en términos de la población de 14 años o más), entre las mujeres los guarismos de 2016 mostraron que se revirtió la dinámica de exclusión del mercado de trabajo vigente hasta el año 2015, logrando que su participación laboral se incrementara en 1,4 puntos porcentuales respecto al segundo trimestre de 2015, alcanzando al 47,2% de la población con 14 años o más, aún lejana a la participación laboral de los varones. Esta misma tendencia se observa en la tasa de desempleo femenina, que a consecuencia de esta mayor fuerza de oferta de trabajo y baja capacidad de absorción de la demanda laboral, acabó incrementándose del 7,7% en el segundo trimestre de 2015 hasta un 10,5% en idéntico período de 2016, con relación al total de mujeres activas.

 

Algo similar ocurrió con los jóvenes, entre los cuales la tasa de participación laboral pasó de un 45% en el segundo trimestre de 2015 al 47,5% en el mismo periodo de 2016, observando que en este caso la tasa de desempleo se incrementó notablemente desde un 14,2% al 18,9% de los jóvenes activos en la estadística disponible para 2016.

En suma, con esta evidencia se observa un fenómeno laboral de que ante la insuficiencia de ingresos en los hogares, nuevos miembros de la familia se incorporan al mundo del trabajo en pos de contribuir con el mismo a través de la generación de una fuente adicional de recursos.

 

De esta manera, el crecimiento en la participación laboral no ocurre, lamentablemente, por mejoras sustanciales en las reglas institucionales de funcionamiento del mercado de trabajo, sino por un contexto económico adverso que moviliza un incremento en la oferta de empleo que no logra ser convalidado con suficientes alternativas de demanda.

Seguí a Nuevo Diario Web en google news

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso