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Opinión Una campaña centralizada en los actos de corrupción del kirchnerismo

Más allá del resultado, el Gobierno agita lo político

Guido Braslavsky

El caso Julio de Vido entraña una pregunta de fondo: ¿Por qué el Gobierno se enfrascó en una batalla perdida en la Cámara de Diputados para lograr su expulsión? En el oficialismo reconocen que se trató de agitar una “ola política” sin que los resultados importaran tanto como “exponer” a quienes “defendieron” al ex ministro.

 

Se verá cuál es la ganancia que consigue con todo esto, pero sí está claro que la estrategia va en línea con la idea del gobierno de dar la pelea en el terreno político, de poner al kirchnerismo como rival, de seguir creyendo que la candidatura de Cristina Kirchner le es funcional. Si de evaluar riesgos se trata, no está de más recordar que Macri creció como candidato cuando fue elegido por los “K” como rival, en una lógica política tan similar como poco original.

 

Con Julio de Vido todo empezó con el pedido de desafuero y detención que hizo el fiscal Stornelli, pedido que el juez federal Rodríguez desechó.

 

Hay que hacer una distinción. Si la Justicia hubiera pedido el desafuero, es seguro que la Cámara lo hubiera otorgado. ¿Qué sector más allá de los “K” duros y camporistas se habría negado? Como cuando se tuvo que autorizar el allanamiento al domicilio del ex ministro. Fue en junio de 2016, y sólo 50 diputados, todos “K”, se opusieron. Y con una fisura importante, porque tuvieron más de 20 ausencias.

 

Pero descartado el pedido judicial, con la excusa de los 5 procesamientos por corrupción, la cosa había virado a una “expulsión por indignidad”. Una decisión “discrecional” y netamente política del cuerpo. No sólo se opusieron los kirchneristas, también muchos peronistas y diputados que responden a gobernadores que formaron parte del carro de la larga década de gobiernos Kirchner. Y hasta la izquierda dura, temerosa de que esa “discrecionalidad” siente un precedente que justifique echar a sus legisladores siempre contestatarios de cuerpos en que son ínfima minoría.

 

“¿Qué van a hacer en diciembre cuando jure Cristina de senadora, se lo van impedir por indignidad moral?”, ironizaba en las horas previas a la sesión Sergio Massa, cuyos diputados acompañaron sin embargo el intento de expulsión de De Vido. La ex mandataria también está procesada en varias causas y era la jefa directa del ex ministro.

 

Nadie esperaba una sesión como la que tuvo lugar para echar a De Vido, en pleno receso de invierno. El oficialismo hace campaña por la vía política, con muy poco para mostrar en logros económicos, más allá de promesas y expectativas.

 

El Gobierno viene de convalidar una nueva devaluación —por la vía de la pasividad del Central, que dejó hacer y tuvo una intervención mínima—. El dólar pasó los $ 18. Los funcionarios hacen coro en contrario, pero es una obviedad que se trasladará a precios. Lo llamativo es que esta devaluación —que afectará una vez más a los asalariados— se haya producido a veinte días de las PASO.

 

Cuando toda “corrección” se aguardaba para después de octubre. Este pasar por alto el manual es otra muestra de que la Casa Rosada se resignó a que la economía no es factor a su favor en la campaña, y una mancha más no cambia al tigre.

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