“Mauricio está desilusionado con Milei”, aseguran los que hablan a diario con el exmandatario. Con Bullrich, en cambio, está enfurecido. Los mismos colaboradores del fundador del PRO que en la campaña contra Horacio Rodríguez Larreta la ponderaban como si fuera la versión argentina de Angela Merkel, ahora dicen cosas irreproducibles sobre ella. Su “pecado” imperdonable fue haberse “cortado sola” en una negociación directa con Milei, sin aceptar la estrategia elegida por Macri, partidario de un acuerdo político integral para garantizarle gobernabilidad al presidente libertario.
Macri juró ante algunos interlocutores que a Milei no le pidió cargos importantes en el gobierno. “Eso será para una etapa siguiente”, enfatizó. Sí imaginaba que iba a poder sugerir nombres para las segundas y terceras líneas de funcionarios. Para el expresidente, el primer gabinete de Milei estará sujeto a fuertes presiones y problemas que lo desgastará rápidamente. Aun así, habló hace tiempo con el líder de La Libertad Avanza que la forma de asegurarle viabilidad a su gestión era que le diera la presidencia de la Cámara de Diputados a una figura del PRO como Cristian Ritondo. Ahora, Milei parece tomar distancia de Macri de una forma que hace acordar un antecedente de hace 20 años, pero con una diferencia: Néstor Kirchner tardó mucho más en romper con Eduardo Duhalde, su mentor político, para construir su propio liderazgo sin nadie que le hiciera sombra.