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Espectáculo #Emocionante

A 25 años del emblemático ???¡Gracias... totales!??? de Gustavo Cerati, en la separación de Soda Stereo

Aquel 20 de septiembre de 1997 un estadio de River colmado era testigo privilegiado de una noche marcada por las sensaciones y la música de Zeta Bosio, Charly Alberti y un Cerati al que todavía se lo extraña demasiado.

“No solo no hubiéramos sido nada sin ustedes sino con toda la gente que estuvo a nuestro alrededor, desde el comienzo. Algunos siguen hasta hoy. ¡Gracias... totales!”.

 

Con esas palabras Gustavo Cerati le ponía fin al último concierto de Soda Stereo, que se retiró a lo grande: más de 60.000 personas colmaron el estadio de River la noche del 20 de septiembre de 1997. En 2007, exactamente diez años después, el trío volvería en Museum para presentar la gira Me verás volver. Pero esa es otra historia.

 

Regresemos a 1997. Con la decisión consumada, la banda anunciaba la separación y su líder publicaba una sentida carta dirigida a sus fans, en el suplemento .

 

Estas líneas surgen de lo que he percibido estos días en la calle, en los fans que se me acercan, en la gente que me rodea, y en mi propia experiencia personal. Comparto la tristeza que genera en muchos la noticia de nuestra disolución. Yo mismo estoy sumergido en ese estado porque pocas cosas han sido tan importantes y gratificantes en mi vida como Soda Stereo.

 

Cualquiera sabe que es virtualmente imposible llevar adelante un grupo sin cierto nivel de conflicto. Es un frágil equilibrio en la pugna de ideas que muy pocos consiguen conservar por espacio de 15 años y hacer de ello una cadena de hechos artísticos relevantes para la gente, como nosotros orgullosamente hicimos.

 

Pero, últimamente, diferentes desentendimientos personales y musicales fueron creando un nudo de tensión emocional que empezó a comprometer ese equilibrio. Ahí mismo se generan excusas para no tocar, excusas para no enfrentarnos, excusas para no crear, excusas finalmente para un futuro grupal en que ya no creemos como hacíamos en el pasado.

 

Cortar por lo sano es, valga la redundancia, hacer valer nuestra salud mental por sobre todo y, también, una muestra de respeto hacia el público que nos sigue y nos siguió todo este tiempo. Me gustaría aclarar, además, que este estado nada tiene que ver con mis viajes frecuentes a Chile (yo estoy radicado aquí, en mi país, y es aquí donde pretendo recorrer mi futuro como lo hice siempre) ni con los esporádicos proyectos musicales que haya realizado al margen de Soda.

 

Esta decisión ha nacido del interior del grupo y desde ahí también se genera una "nueva" excusa para volver a encontrarnos por última vez: la música, que es la que mejor habla y hablará por nosotros. Un fuerte abrazo & hasta pronto.

 

Soda Stereo inició su gira despedida el 30 de agosto de 1997 en Ciudad de México, donde tocó también el 31 de ese mes. El 2 de septiembre se presentó en Monterrey, el 6 en Caracas, y el 13 en Santiago de Chile.

 

El 20 de septiembre de 1997 el trío se disponía a hacer su último recital, se preparaba a cerrar una etapa de éxitos, de viajes interminables por todo el continente, de estadios llenos y de una popularidad como muy pocos grupos de rock tuvieron en esta parte del mundo.

 

“La mañana del último show Gustavo se despertó temprano y desde la ventana del living espió a la gente que ya desde el mediodía hacía la cola. Mirando a través de la persiana, se divertía pensando que nadie ahí abajo se imaginaba que mientras ellos esperaban para verlo convertido casi en un dios arriba del escenario esa misma noche, él estaba ahí enfrente encargándose de las tareas domésticas de su casa”, narró el periodista Juan Morris en una columna publicada en The New York Times y extraída de su libro Cerati. La biografía.

 

Y agregaba: "Su departamento en Argentina quedaba exactamente a cuatro cuadras del estadio y había pensado en disfrazarse y cruzar caminando, pero la afluencia de público era tan grande que el plan era imposible".

 

El concierto empezó pasadas las 22:30. A esa altura, las tres bandas soporte -Tumbas, Avant Press y los Santos Inocentes- ya habían hecho su trabajo, en la cancha no cabía un alfiler y solo faltaba el plato fuerte de la noche: la aparición de Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti arriba del escenario.

 

A las 22:35 se apagaron las luces y sólo los flashes de las cámaras de los fotógrafos dejaban ver la silueta de Cerati, quien tomó el micrófono y dijo: “Hola… Llegó la hora, el minuto, segundo, instante. Supongo que tienen sed. Soda Stereo, Buenos Aires, Argentina”. En ese momento sonaron los primeros acordes de “En la ciudad de la furia” y se desató la fiesta.

 

Sin embargo, para los músicos poco había de festejo porque se sentían raros. Así lo recordaba Charly Alberti en una entrevista con La Viola en 2012: “Fue un día muy extraño. Empecé el show muy triste pensando que era la última vez que tocaba cada tema de la banda. No sabía que iba a haber un 2007″.

 

Y añadió: “En un momento pude cambiar la energía y disfrutar del show. En el último recital me puse la camiseta de la Selección Argentina, tuve esa necesidad. El final del show fue raro, nos fuimos a camarines y no saludé a los chicos. Nunca nos peleamos pero estábamos muy cansados de estar juntos”.

 

El concierto tuvo 27 temas y contó con la presencia de Andrea Álvarez, quien subió al escenario para “Lo Que Sangra (La Cúpula)”Richard Coleman, quien fue el invitado para hacer “Sobredosis de TV”; y Fabián El Zorrito Von Quintiero, quien tocó en “Persiana Americana”.

 

De poco sirve que me ponga a explicar las razones y todo eso. Todo el mundo de alguna forma capta que si uno decide separarse es porque piensa que el futuro de otra forma va a ser mejor. O -en todo caso- diferente, o por una cuestión de respeto no queremos que la gente viva la decadencia de un grupo cuando siente que su futuro no es tal”, decía Cerati por esos días. (Extracto tomado del libro Cerati en primera persona, de Maitena Aboitiz). Y completaba: “En otras ocasiones hemos tenido distancias, momentos de crisis, probablemente hasta hablamos de esa situación, pero realmente el momento llega cuando llega”.

 

Por su parte, Zeta Bosio lo señaló así: “No hace falta aclarar que aquel no fue, en absoluto, un show normal. Una vez arriba del escenario no podía evitar pensar en muchas cosas a la vez y una de ellas era el shock que implicaba no volver a tocar el bajo con Soda. Perdido en mis cavilaciones, iba todavía más lejos: tampoco sabía si alguna vez tocaría nuevamente en vivo”. (Recogido del libro Yo conozco ese lugar, la biografía de Bosio).

 

Mi duelo personal era triple: todavía estaba tratando de salir de la situación de haber perdido a mi hijo, cuando también perdía mi trabajo y a la banda de mi vida, por la que tanto había hecho”, subrayó el bajista.

 

El show pasó por todos los estados, y si bien los músicos no estaban atravesando el mejor momento de la relación entre ellos, ante el público no se notó y estuvieron impecables. A Gustavo se lo vio muy emocionado en varios pasajes, por ejemplo cuando llegó el turno de “Cuando pase el temblor”. En esa canción se quedó mirando durante varios segundos a la gente con los ojos llenos de lágrimas.

 

Los temas corrían y la emoción era cada vez más fuerte, hasta que vinieron los bises y la gente empezó a percibir que se acercaba el epílogo del show. Un final que ya era irremediable.

 

“De Música Ligera”, ese tema que los hizo megaconocidos, fue el elegido para finalizar el recital y, sobre el cierre del mismo, Cerati pronunció esa frase que se recordará por siempre pese al paso de los años: ¡Gracias totales!

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