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Opinión #Opinión

Amenazados

Desde la mirada de una especialista en comportamiento narcisista y dependencias afectivas patológicas

“Es el amor, tendré que ocultarme o que huir”... así comienza mi poema favorito: “El amenazado”, del genial Jorge Luis Borges. De ahí adaptamos la frase que presenta este artículo: “Estar contigo o no estar...”.

 

¿Qué personas son las más vulnerables a relaciones tóxicas?

 

Las relaciones tóxicas son nexos afectivos que transitan en un estado de alerta y amenaza permanente y que van mermando la calidad de vida de uno o ambos miembros de la relación, deteriorando su salud física y psíquica.

 

Son relaciones dolorosas que conllevan un gran malestar. Relaciones de las que sin embargo no se puede salir.

 

Cuando nos referimos a que no se puede salir de ahí, no estamos hablando de que no se puede terminar con un noviazgo, un matrimonio, dejar un trabajo, etc.

 

Al hablar de la imposibilidad de salir queremos significar que estamos ubicados en una muy mala posición en estas relaciones, por lo que se puede seguir “enganchado” por toda la vida si no encontramos el camino a una recuperación. Para esto se necesita apoyo de un profesional.

 

Volvemos a la pregunta de inicio: ¿Qué personas son las más vulnerables a relaciones tóxicas?

 

Las personas más vulnerables a este tipo de vincularidad son los codependientes. Este término al que hemos acostumbrado a nuestros lectores designa a personas con dependencias afectivas patológicas.

 

Se caracterizan por una necesidad afectiva extrema en sus relaciones de pareja, terror patológico a la soledad y a una ruptura. Son capaces de hacer cualquier cosa con tal de que una relación no se termine, desde estar sometidas a situaciones de maltrato, humillación, desprecio y desamor hasta llegar a lugares de mucho riesgo físico y psíquico.

 

Estas personas sienten que no existen sin el amor de su pareja. La identidad se las da “el otro”.

 

Y es que hay en el padeciente una falla identitaria desde una edad muy temprana; es por eso que necesitan estar con otro que los defina.

 

Sus relaciones  se caracterizan por la asimetría. Mucha desigualdad con “acuerdos” muy perversos en donde no hay conciencia de los mismos. El “otro” está en un lugar totalmente idealizado.

 

En la relación hay uno que parece un Dios mientras que el codependiente se ubica en una posición de desvalorización, minimizado.

 

No son vínculos de reciprocidad, ni de doble vía.

 

Hay alguien que da mucho y otro que da nada o muy poco.

 

Los dependientes afectivos muestran una incondicionalidad tal que si se cruzan con personalidades abusivas, terminan siendo víctimas de manera inexorable.

 

Recordemos que un vínculo de pareja, para que funcione bien, implica límites y ciertas condiciones de relación: Condiciones de respeto, condiciones de tolerancia y sobre todo condiciones de buen trato.

 

Sin embargo, en estas relaciones tóxicas parecería no haber ninguna condición. Actualmente el término “incondicional” está mal entendido, asumiéndose como “para toda la vida”, “pese a todo”, “contra viento y marea”, “lo podemos todo”, “vale todo”, etc...

 

El codependiente parecería llevar un letrero luminoso con la frase: “Voy a aguantar todo con tal de que te quedes a mi lado”.

 

Y cuando de las dependencias afectivas patológicas se trata, son individuos con un componente muy alto de autoengaño y adicción a la ilusión con poca o nula aceptación de la realidad.

 

Como culmina el poema de Borges:

 

Es el amor con sus mitologías (...) Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar (...) Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.

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