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Opinión #Opinión

Los psicópatas en la justicia

Divorciarse de un psicópata.

El descarte “final”, cuando se termina un matrimonio con un psicópata, ocurre cuando el depredador consigue una nueva víctima. Ya que acabó casi por completo con su pareja o porque "se hace dejar", actuando de manera torpe a la hora de esconder las infidelidades, excediéndose en la triangulación y  abusando en forma burda de los mecanismos de manipulación (como el gaslighting y el tratamiento silencioso).

 

Muchas veces la víctima, agotada, dice “basta” y cansada de la "tomada de pelo" decide pedir el divorcio unilateral.

 

En un primer momento la víctima que todavía no comprende la situación que está viviendo, piensa que con el divorcio se terminarán sus problemas. Los psicópatas no aceptan perder sus fuentes de combustible y comienzan a obtener el suministro a través del proceso judicial.

 

En nuestro país no hay hasta el momento una legislación que contemple el abuso narcisista. Sólo se legislan los actos sangrientos. El artículo 34 habla de "asesinos o delincuentes que tienen el juicio conservado, conciencia y comprensión del acto en el momento de cometer un delito". Pero la justicia no tiene en mente la posibilidad de un ser atípico como el psicópata  adaptado a la sociedad.

 

Para la justicia todos los padres son iguales y con la excusa del interés superior del niño, obligan a los menores a relacionarse con sus progenitores sin tener en cuenta que al psicópata no le importa dañar a sus hijos destruyendo el sistema afectivo, emocional y psíquico de los mismos, de la misma forma que abusó de la madre o padre, ya que como siempre aclaramos esto no es una cuestión de género.

 

Ahora vemos que la carrera destructiva del depredador no termina con el divorcio, especialmente cuando hay hijos en común, este tipo de hostigamiento va a ir escalando. Primero culpará a la víctima de “la destrucción de la familia”, ese mensaje será transmitido a los hijos mostrándose el sicópata como una víctima. La presa intentará proteger, sin éxito, a los hijos.

 

El proceso será distinto si el psicópata  es hombre o mujer. En el caso de un hombre psicópata, en un primer momento  actuará como si estuviese arrepentido frente a los posibles testigos, se mostrará como un buen padre que se preocupa y se ocupa de los hijos, mostrándose débil y necesitado para hacer que su ex se sienta culpable y compasiva. La víctima pensará que los hijos no tienen porque sufrir la separación de los padres y pensará que al igual que en un divorcio común (el de dos personas empáticas), los hijos necesitan convivir con ambos padres por igual. En ese momento,  el psicópata  buscará obtener una ventaja económica y comenzará el control y las manipulaciones sutiles sobre los hijos para seguir devaluando a la madre. En algún momento empezará a pedir reuniones en el colegio,  con el pediatra, terapeutas o profesores de los hijos a  espaldas de la madre para mostrarse como un padre preocupado y dando a entender que la madre sufre  algún desequilibrio psicofísico.

 

Con esta maniobra confundirá al entorno y a los hijos, que cada vez tendrán más dudas sobre una madre desautorizada, desvalorizada, débil e indigna de confianza.

 

Si alguno de los hijos se muestra leal a la madre, esto desatará la ira narcisista con represalias pasivo-agresivas que los hará sucumbir a través de una extorsión sutil y jugando a ser la víctima de su víctima. Si quiere destruir por completo a su presa, el narcisista  captará a los hijos como una secta y los alejará de la madre;  quedando ésta en un estado de desolación, agotamiento, desgaste físico, mental y económico. Mostrándole a la sociedad "lo desequilibrada que es" y dejándola sin la chance de tomar decisiones acertadas. La víctima se siente, impotente, insegura, deprimida, desamparada. Ha perdido su libertad y está acorralada. Ya no sabe qué más puede hacer.

 

El depredador no se detiene y la sigue atacando con cartas documento, desestabilizándola aún más. Ya no pasará la  cuota de alimentos; pero mentirá y a los hijos les dirá que siempre cumple con sus obligaciones parentales.

 

En los casos  que no le es tan simple quedarse con los hijos, comenzará a mandar demandas diciendo que la madre obstruye el vínculo,  levantando dudas en el juzgado y desestabilizando una vez más a la víctima a nivel económico, ya que la misma tendrá que pagar las costas de sus abogados.

 

Llegado este punto la víctima se ha ido desmoronando,   quedando cada vez más aislada a nivel social ya que el entorno se agotó de ser testigo del  proceso. En definitiva la revictimizan.

 

La próxima semana les contaremos cómo sucede este proceso cuando la psicópata es la mujer.

 

Recordemos que la sociedad tiene el potencial necesario para poder detener las acciones psicopáticas. El primer paso es visibilizar este tipo de abuso.

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